Idioma original: inglés
Título original: The Grass is Singing
Año de publicación: 1950
Valoración: Muy recomendable
Si esta novela impacta y conmueve desde las primeras líneas es por la habilidad con que la narradora omnisciente juega sus cartas desde el principio. Lessing, haciendo gala de una singular maestría descriptiva, nos traslada, casi materialmente, al escenario de los hechos y, con la misma habilidad, consigue introducirnos en la mente y el corazón de sus protagonistas. Gracias al diseño concienzudo de los caracteres y al minucioso seguimiento en su vida cotidiana ellos se convierten en un poco nuestros también, y ése es el secreto de que el interés no decaiga nunca en una trama en que el desenlace es conocido desde el primer párrafo. El lector necesitará acompañarles en ese viaje hacia un destino marcado de antemano porque a pesar de sus constantes errores, o precisamente por ellos, se han ganado nuestro afecto incondicional y, sobre todo, porque necesitamos conocer los motivos que les han conducido hasta allí.
Poco a poco, a través de la crónica de una peculiar forma de vida, en una época concreta y en un país, Sudáfrica, podemos transitar por el día a día de unos seres a los que prejuicios de raza y sexo vapulean sin piedad. Y, sin embargo, son precisamente las víctimas quienes no manifiestan por sí mismas ninguna compasión: los negros desprecian a las mujeres blancas y éstas – personificadas por la protagonista – tampoco desaprovechan la oportunidad de ser hostiles. Irónicamente, y para variar, es el hombre blanco, en la cúspide de la pirámide social, quien puede permitirse mostrar por ambos grupos cierta condescendencia.
El clima y el paisaje contribuyen al desarrollo de los hechos y a la vez son sus metáforas. El otro clima, el social, tampoco ayuda, al contrario, aplasta con más saña a todo el que, al atreverse a ser como le hicieron, pone en tela de juicio sus normas inmutables.
El relato avanza inexorablemente. Asistimos a la descomposición de personas, relaciones, lugares, negocios y, sobre todo, de las ilusiones, hasta socavar por completo el futuro. La imposibilidad de escapar a esa atmósfera social, matrimonial, racial y hasta climatológica encierran a Mary en un callejón sin salida que es, en realidad, su refugio y su única válvula de escape: la insana atmósfera en la que la atracción más extraña e inquietante ejerce un influjo absoluto y mueve los hilos para tejer un desenlace tan sorprendente como comprensible.
Título original: The Grass is Singing
Año de publicación: 1950
Valoración: Muy recomendable
Si esta novela impacta y conmueve desde las primeras líneas es por la habilidad con que la narradora omnisciente juega sus cartas desde el principio. Lessing, haciendo gala de una singular maestría descriptiva, nos traslada, casi materialmente, al escenario de los hechos y, con la misma habilidad, consigue introducirnos en la mente y el corazón de sus protagonistas. Gracias al diseño concienzudo de los caracteres y al minucioso seguimiento en su vida cotidiana ellos se convierten en un poco nuestros también, y ése es el secreto de que el interés no decaiga nunca en una trama en que el desenlace es conocido desde el primer párrafo. El lector necesitará acompañarles en ese viaje hacia un destino marcado de antemano porque a pesar de sus constantes errores, o precisamente por ellos, se han ganado nuestro afecto incondicional y, sobre todo, porque necesitamos conocer los motivos que les han conducido hasta allí.
Poco a poco, a través de la crónica de una peculiar forma de vida, en una época concreta y en un país, Sudáfrica, podemos transitar por el día a día de unos seres a los que prejuicios de raza y sexo vapulean sin piedad. Y, sin embargo, son precisamente las víctimas quienes no manifiestan por sí mismas ninguna compasión: los negros desprecian a las mujeres blancas y éstas – personificadas por la protagonista – tampoco desaprovechan la oportunidad de ser hostiles. Irónicamente, y para variar, es el hombre blanco, en la cúspide de la pirámide social, quien puede permitirse mostrar por ambos grupos cierta condescendencia.
El clima y el paisaje contribuyen al desarrollo de los hechos y a la vez son sus metáforas. El otro clima, el social, tampoco ayuda, al contrario, aplasta con más saña a todo el que, al atreverse a ser como le hicieron, pone en tela de juicio sus normas inmutables.
El relato avanza inexorablemente. Asistimos a la descomposición de personas, relaciones, lugares, negocios y, sobre todo, de las ilusiones, hasta socavar por completo el futuro. La imposibilidad de escapar a esa atmósfera social, matrimonial, racial y hasta climatológica encierran a Mary en un callejón sin salida que es, en realidad, su refugio y su única válvula de escape: la insana atmósfera en la que la atracción más extraña e inquietante ejerce un influjo absoluto y mueve los hilos para tejer un desenlace tan sorprendente como comprensible.
Entonces, realmente merece la pena esta novela, ¿no? Me la compré después de que a Lessing le dieran el Nobel, pero me daba pereza meterme con ella, porque casi todo lo que he leído de esta mujer me ha parecido bastante pesado... La verdad, para mi gusto y por lo que yo conozco, esta escritora es el Nobel menos merecido de los que se han dado últimamente...
ResponderEliminarYo diría que sí, que merece la pena. Como sabes, las filias y fobias lectoras son un misterio y a veces varían según el momento. Leí hace mil años "El cuaerno dorado" y me parció demasiado "femenino" (supongo que se entiende) pero esta novela es otra cosa, por eso he decidido que seguramente su obra es muy desigual y lo que tengo que hacer es concoerla.
ResponderEliminarSobre los premios Nobel, después de "La música del hambre" decidí que Le Clezio no me interesa nada y de Jelinek no pude acabar "La pianista" por una especie de ardor de estómago intelectual, Pamuk es interesante aunque no he leído nada suyo que me parezca redondo, Naipaul, Coetzee y Kertész me parecen magníficos y Müller me da pereza.
Espero que me llevéis la contraria para aprender porque todo esto es provisional, tampoco les conozco tanto.
Estoy de acuerdo en que las filias y fobias literarias dependen del momento. Hay libros que sólo puedes leer cuando estás en determinado momento anímico –al menos, a mí me pasa.
ResponderEliminarDe los premios Nobel que mencionas, sólo he leído a Coetzee, que me gustó, y a Müller, que me parece buenísima. Pero, como todo, para gustos los colores. Y los estados :)
Yo de Lessing he leído La buena terrorista y alguna otra que no recuerdo, y siempre me ha parecido muy poco original, nada brillante. Competente, sí, pero no como para darle un premio como el Nobel, que, entiendo yo, debería estar reservado para quienes hacen una contribución única, genial, incomparable, a la literatura universal.
ResponderEliminarDe los Nobel recientes, de Le Clezio no he leído nada, pero me da una pereza increíble; Pahmuk me gusta bastante: Nieve me pareció increíble, La vida nueva me decepcionó, y tengo ganas de leer Estambul; Müler me parece complicada de leer, pero indudablemente es una gran escritora; Coetzee y Kertesz son incontestables; y Jelinek es verdad que es dura y puede producir "ardores de estómago intelectuales" (me encanta la expresión, jejeje), pero también es innegable que es una escritora original, valiente y meritoria. De Harold Pinter, ayer mismo vi una obra representada, y me pareció buenísima, impresionante, así que también le doy mi bendición...
Mi madre la adora, pero yo empecé "Un casamiento convencional", y no sé si fue por el momento escogido para leerlo, pero me entró un dolor de cabeza horrible...Me pareció pesado,los personajes me daban una dentera irracional, y...en fin, lo dejé antes de acabar el primer tercio. Mi madre me dijo que lo cogiera más tarde, que diera otra oportunidad a la gran Lessing, pero qué pereza, bufff...
ResponderEliminarYa te digo, a veces se pone de un "femenino" que da grima. Y con ese título ¡puf! Pero ésta creo que merece una oportunidad.
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