Idioma original: español
Fecha de publicación: 2004
Valoración: Está bien
Un profesor de literatura recibe la noticia de que una colega ha muerto atropellada cuando cruzaba la calle leyendo un libro de Emily Dickinson. Pocos días después, recoge un paquete originario de Uruguay que alguien ha enviado a la difunta compañera y que contiene un ejemplar manchado de cemento de La línea de sombra, de Joseph Conrad. Intrigado por el extraño envío y las circunstancias –aún más extrañas– que rodean la muerte de su colega, viaja a Sudamérica en busca de alguna pista que le ayude a entender qué está pasando.
Sin embargo, lo que en realidad realiza es un apasionante periplo por el mundo de la lectura, de los coleccionistas, de las grandes y pequeñas bibliotecas y de las personas que aman los libros, hasta encontrarnos con quijotes modernos y locuras disfrazadas de pasiones (y al revés).
No puedo decir que sea un libro excepcional (la prosa es correcta y el estilo, ameno y sencillo, sin nada especial), pero sí que es una delicia para todo aquel que disfrute de la lectura y, sobre todo, de los libros. Porque independientemente de la historia principal, la que narra el protagonista y nos sumerge en su viaje, éste es un libro sobre libros y lectores, una novela que muestra cómo los libros pueden cambiar la vida de quien los lee y cómo, a su vez, los lectores pueden alterar el destino de los ejemplares que poseen.
¡Cómo me gustan los libros sobre libros! O, bueno, en general las cosas sobre cosas... Hace mucho que no escribo una metaentrada...
ResponderEliminar"La casa de papel" y "la costa ciega" son dos de los pocos libros que me gustaron tanto que los leí dos veces :-)
ResponderEliminar¿Por qué algo escrito nos resulta interesante? ¿Por qué, no? ¿Cómo se establece esa delicada alquimia entre lector y obra literaria? Partiendo de la nouvelle o cuento extenso de Carlos María Domínguez La casa de papel, me propongo indagar en algo que muchas veces se cubre de un halo mágico y se atribuye a la subjetividad: el problema de la creación del interés literario.
ResponderEliminarResulta especialmente apropiado hoy, o más bien interesante, cuando nuestros autores fracasan con cierta saña en provocar interés o niegan abiertamente que estén obligados a buscarlo. Abusan así del lector, como si pretender que un libro nos interese fuera algo descabellado o si nos rebajara a una categoría de lectores frívolos. Nada de eso es cierto. No nos dejemos engañar. Como lectores tenemos derecho a que un argumento nos atrape, nos cause curiosidad o expectativa. No alcanza con eso pero sin eso es difícil que haya disfrute en la lectura. ¿Y por qué no disfrutar de la lectura? ¿Debe transformarse necesariamente en un ejercicio de frígida intelectualización?
En http://elcharcodeperico.blogspot.com.uy/2017/02/el-interes-literario-como-problema-1.html
Saludos