Idioma original: Francés
Título original: Rhinocéros
Año de estreno: 1960
Valoración: Imprescindible
Rinoceronte es una de las obras más conocidas del escritor rumano-francés Eugene Ionesco, considerado, junto con Beckett -aunque con estilos muy distintos- como el padre del "teatro del absurdo". En realidad, esta calificación se corresponde mucho mejor con La cantante calva -un descenso del lenguaje, los hábitos sociales y la lógica hacia la incoherencia- que a Rinoceronte, una obra que comienza como una simple comedia alocada e imaginativa, pero que pronto (en el segundo acto más concretamente) se transforma en otra cosa: una reflexión crítica sobre el conformismo, la sumisión al poder de la mayoría, que permitió el surgimiento del totalitarismo en Europa, en sus diversas formas.
El planteamiento inicial de la obra es el siguiente: en algún lugar de Francia, las personas se están transformando progresivamente en rinocerontes. Ante este hecho, algunos, como el protagonista, Berenger, reaccionan con incredulidad y sorpresa, pero otros comienzan a asumirlo como parte de la normalidad. El primer acto, lleno de diálogos absurdos que recuerdan a La cantante calva, mantiene un tono de comedia ligera; a partir del segundo, el tono cambia, y se convierte en una tensa meditación sobre el poder de la masa, los límites de la individualidad y la capacidad de mantener la humanidad frente a la presión de la mayoría. Berenger, que se resiste a convertirse en rinoceronte aun cuando sus amigos y su amada han cedido, se enfrenta a la tentación de aceptar el conformismo con la mayoría (los rinocerontes), y finalmente se niega a capitular.
Aunque el cambio de tono entre el primer acto y los demás chirríe un poco, en su conjunto esta obra es una reflexión imprescindible, mostrada a través del prisma de lo absurdo y lo fantástico, de los resortes a través de los cuales las personas renuncian a su independencia y su capacidad crítica ante la presión de la masa, o las indicaciones de los superiores. Después de un siglo XX lleno de "obediencias debidas", sigue siendo necesario plantearse estas cuestiones, con la esperanza (seguramente ingenua) de que no se repitan...
Suena interesante... Y, al menos a mí, me conviene saber un poco de qué van tamañanas maravillosas absurdeces antes de leerlas. Para entender algo.
ResponderEliminarHe visto dos obras de Ionesco (La lección y El rey se muere) y diría que las dos cumplen ese esquema de "divertido al principio, terrible después". Y vaya si es eficaz...
ResponderEliminarRecuerdo que en el libro de filosofía de 3º de BUP (ya es el segundo comentario seguido en el que hablo de mis libros de BUP...) aparecía un fragmento del segundo acto de la obra, en el que Berenger se plantea qué significa "ser humano", ser un individuo, oponerse a la presión social. No llegué a leer la obra entera hasta mis años de universidad. Más tarde, vi la obra representada en St. Andrews, en Escocia, y fue entonces cuando me llamó la atención ese cambio de tono, que no había notado antes.
ResponderEliminar¿Y a qué viene todo esto? No sé, será que me estoy volviendo un poco "abuelo cebolleta".
Siento especial predilección por "La cantante calva" del mismo autor, que fue, en nuestro caso, la obra que se nos "recomendó" en el instituto.
ResponderEliminarP.S. Por supuesto no aparecía ningún cantante ni ninguna calva.