Idioma original: francés
Título original: Justine, ou les malheurs de la vertu
Fecha de publicación: 1791
Valoración: atrévete a leerlo. No es para tanto
Decidiendo qué novela escoger para esta serie de autoflagelamiento literario casi no tuve ninguna duda. Al instante recordé al marqués de Sade y el haber leído libro y medio suyos. Esta reseña debía tratar un libro cuya lectura nos avergonzara reconocer por su escaso nivel literario, por haber sido un putruño para el cerebro y por, y a pesar de ello, habernos gustado, al menos lo suficiente como para haber leído el libro entero.
Y confieso que leí Justine palabra por palabra, hoja por hoja, hasta terminarlo. Y no sólo eso, reconfieso que además comencé, años después, otra de sus obras, Filosofía en el tocador. Eso sí, no pasé del cuarto de libro, y fue más que suficiente.
Supongo que con Justine depende del punto de vista con el que se lea el libro. Justine es una joven que ha decidido mantenerse en el camino de la virtud y no apartarse de él bajo ninguna circunstancia. Lástima que el destino le depare algo completamente distinto. Desde el principio se tiene que enfrentar a terribles situaciones de vejaciones, humillaciones y obligaciones que le apartan de ese camino. Pasa por varios lugares intentando encontrar algo bueno y recto y siempre se topa con lo contrario. Más o menos, este es el argumento central. Pero...
Al pensar en esta novela y en su autor lo primero que se suele venir a la cabeza es la idea de relatos de carácter sexual. Aberraciones sexuales que sufren o realizan sus protagonistas. Pero, lo que he visto al preparar esta reseña es algo diferente. En una sociedad como la francesa de finales del siglo XVIII, con una moral, digamos, relajada, una joven intenta seguir otro camino, presentándose este como extraño en el medio en el que se encuentra. Se dirige a varios lugares buscando reposo y bondad, y donde se supone que debe hallarlos, pero no es así. Ni los nobles de altísima alcurnia, ni los frailes, ni los alguaciles. Todos someten a las mujeres a las más profundas vejaciones. Quizá fue esto, más que las anécdotas sexuales en sí mismas, lo que escandalizó a la sociedad de su época. Es una crítica profunda al modo de vida pre y postrevolucionario.
El marqués de Sade perteneció a esa nobleza, participó activamente a favor de la Revolución, fue un autor de teatro de gran éxito y fue obligado a casarse con una noble a la que no amaba, y con lo que se excusaba para tener numerosas amantes. Pasó treinta años en la cárcel, y otros muchos en un manicomio, donde al final murió, a causa de algunos escándalos que protagonizó con prostitutas. Sin embargo, no es una vida con grandes escándalos o enormes perversiones, como podríamos creer. Gozó de visitas importantes hasta su muerte, y antes del encarcelamiento, medró en la carrera militar. Tiene publicadas numerosas obras, a pesar de la destrucción a la que fueron sometidas por su familia y por los mandatarios. Sus herederos aún tienen catorce obras de teatro inéditas. El estilo literario no es escaso en absoluto y no, no resulta ser un putruño para el cerebro.
Había elegido esta obra para reconocer que sí, que había leído de cabo a rabo todo lo que le ocurre a Justine. Y no es para tanto. Desde el punto de vista de crítica a la sociedad, es magnífico, aunque el estilo no es de gusto de todos. ¡Diantres, acabo de “desdemonizar” al demonio!
Pero el marqués de Sade es un clásico y los otros que habéis reseñado en "Confieso que..." son best sellers de lo peorcito. No creo que sean comparables.
ResponderEliminarSí, en cierto sentido tienes razón, Sade no está al nivel de Danielle Steel o Michael Crichton, tiene una importancia histórica y una voluntad literaria indudables...
ResponderEliminarPeeeeero, lo cierto es que uno lee Justine hoy en día, y piensa: "¿y tanto escándalo para esto?". A los libros del Marqués de Sade les pasa que los tiempos los han dejado atrás, y han perdido casi toda su capacidad provocativa e iconoclasta, hasta el punto de resultar incluso aburridos. ¡Oh, oh, que le ha dado un cachete en el culo, oh, oh, que le ha pegado con un látigo! Pues muy bien, eso mismo pasa en ciertos de dormitorios y clubs de sado del mundo cada noche, ¿qué más tienes por ahí?
Vamos, que hace cincuenta años (en España) uno pondría Justine en la balda más alta de su biblioteca, o lo escondería detrás de libros intachables, mientras que hoy se lo puede exhibir tranquilamente (y en edición de Cátedra además).
Vamos, que ya podemos "confesar que lo hemos leído" sin ningún pudor...
Yo lo he leído apenas en estos días y si me escandalizó. Se podría rescatar la narración de la historia que si me mantuvo pendiente de la historia de principio727 1833 a fin a pesar de la tortura exagerada que presenta en su obra. Me es difícil creer que en verdad exista una persona como Justina con tanta necedad en creer en quien se le ponga enfrente y que pueda soportar tal tortura.
ResponderEliminarLo leí hace poco y la verdad es que en unas partes me sentía en extremo enojada con justine, pero al fin y al cabo, pienso que pocos personajes habrían sobrepasado todo eso aunque creo que es una exageración. Lo que más me gustó fueron los argumentos que le daban a ella para dejar de creer, en realidad me pareció un libro interesante.
ResponderEliminarYo no lo termine me parecio interesante al principio pero al tiempo se vuelve repetitivo. Es decir todas las malas personas con las que se encuentra justine son iguales. Son sadicos violadores que ante los ojos de la sociedad son buenas personas y para cambiar a justine todos le dan exactamente el mismo sermon. Me cuesta creer que todos los villanos sean una calcabdel anterior y que ella no se muestre debil o tenga algun signo de trauma por las cosad que ha pasado, no la siento humana asi.
ResponderEliminarMuy de acuerdo. Los argumentos persuasivos de los malhechores son siempre los mismos.
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