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domingo, 28 de junio de 2009

Novela de dictadores (I)

Si hay una tradición temática propiamente hispanoamericana, ésa es la novela de dictadores. Por desgracia, en la historia de Hispanoamérica no han faltado los regímenes autoritarios; por fortuna, tampoco los escritores que se decidieron a narrar sus atrocidades. Un par de ellos ya han ido saliendo en este blog. Trataré de dar una pequeña visión de conjunto en un par de entradas.

Comienzos
Si bien son quizá los autores del llamado "boom" los que consagraron este subgénero de la novela, lo cierto es que sus orígenes se remontan bastante atrás en el tiempo. El comienzo suele situarse en Facundo o Civilización y barbarie (1845), de Domingo Faustino Sarmiento, biografía novelada del caudillo Facundo Quiroga y concebida como una severa crítica al régimen de Rosas en la Argentina. En este caso, el autor es desde luego parte interesada, ya que Sarmiento (que llegó a ser presidente) fue uno de los principales representantes de la facción unitaria, enfrentada por aquellos años a los federales, comandados por Rosas.

Aunque no quizá de una manera tan directa, todas las novelas de dictadores se caracterizan por un cierto compromiso político: el que conduce a denunciar la tiranía. Quiero decir que no se adopta nunca un punto de vista complaciente o ni siquiera neutral, sino que se muestra la figura del dictador en sus aspectos más manipuladores o ridículos. Sin embargo, yo diría que esto no basta para englobar estas novelas en la llamada "literatura comprometida", porque no suelen adoptar una perspectiva política demasiado definida y porque en muchos casos no puede afirmarse claramente que el autor busque influir sobre una concreta situación social. De ahí que muchas de ellas no traten de dictadores reales, con nombre y apellidos, sino que inventen sus propios tiranos para contar mejor lo que les interesa, que es el tema de la desmesura del poder.

Pese a que se trata, como ya he dicho, de un subgénero típicamente hispanoamericano, uno de sus primeros cultivadores fue español: Valle Inclán con Tirano Banderas (1926). Justamente por su condición de europeo, Valle no ha escapado a las críticas que le achacan usar un dialecto pretendidamente americano muy artificial y narrar además desde un cierto desapego estético, que revela su desconocimiento vital de la tiranía (aunque, por esas fechas, Valle era un decidido opositor a la dictadura de Primo de Rivera).

Consolidación
La novela que más habría de influir en la formación definitiva del subgénero es El señor Presidente (1946), de Miguel Ángel Asturias. Se basa en la dictadura de Manuel Estrada Cabrera en Guatemala, aunque no se dice explícitamente y el tiempo y el lugar permanecen ambiguos. Presenta un notable influjo del surrealismo, así como del trasfondo mítico y legendario de Guatemala, que Asturias estudió a fondo. Esta mezcla logra armar un retrato alucinado del régimen tiránico, que apunta a las profundas fuerzas psicológicas y a los relatos heredados que lo sostienen. Asturias se explicaba la prevalencia de las dictaduras americanas apelando, no a razones sociales, sino a toda una simbología insconsciente y compartida del "hombre-mito", astutamente aprovechada. A partir de él, los dictadores literarios se cargarán de un aura mítica, propia ya de ese realismo maravilloso que llevó la literatura hispanoamericana del siglo XX a sus más altas cotas de madurez.

Continuación: Novela de dictadores (y II)

2 comentarios:

  1. muy interesante, jaime.
    espero con ganas la continuación de esta entrada..

    estaba pensando al leerte que aunque un autor no busque influir directamente sobre una realidad determinada, si denuncia una situación de injusticia de tan desafortunada generalidad y vigencia.. yo creo que sí se puede hablar de compromiso social en su literatura.

    pensándolo bien, quizá sólo es una cuestión de terminología; de a qué se refiere uno cuando habla de "literatura social" o "comprometida"..

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  2. Gracias, Esti. Pues sí, supongo que es como poco discutible. Yo es que tengo una concepción más bien tirando a mala de la llamada "literatura comprometida". Como en estas novelas no suelen prevalecer la ideología de manual ni el tono panfletario, pues no las englobo en esa categoría. La perspectiva, desde luego, es crítica, pero es que casi diría que va de suyo con el tema, ¿no? O uno se cree y reproduce la propaganda oficial o no le queda otro remedio que mostrar la brutalidad y el ridículo de las dictaduras, no sé..

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