Idioma original: francés
Título original: La Joueuse de Go
Fecha de publicación: 2001
Valoración: Muy recomendable
Empleando un sencillo juego de voces narrativas, que el lector desentrañará a las pocas páginas de empezada la novela, Shan Sa nos sitúa en los dos bandos del sangriento conflicto chino-japonés del primer tercio del siglo XX. Una joven estudiante de la aristocracia china, rebelde y soñadora, y un inflexible oficial japonés medirán sus fuerzas y sus esperanzas en torno a una partida del ancestral go, juego de estrategia en el que las personalidades de cada uno se mostrarán al descubierto, y a partir del cual aprenderán a conocerse a sí mismos, y a amar a su contrincante.
Sin embargo, la historia de amor que propone así la autora no es una historia romántica “comercial”, edulcorada y facilona. Para los protagonistas, enemigos por las circunstancias y rodeados de un entorno de brutalidad, su relación se transforma en una cuestión vital, radical, que les obliga a tomar decisiones extremas. A pesar de todo, quizás a algún lector más sensible se le escape alguna lágrima en torno a las últimas páginas.
Y es que, tal vez por la morosidad con que comienza la historia, o por la primera desorientación ante el intercambio de voces, La jugadora de go es una novela que va indudablemente in crescendo a medida que avanza, hasta un desenlace impagable, del que, por supuesto, no rebelaremos nada en esta reseña. Valga esto como consejo para quienes se vean desanimados después de algunas páginas: lo mejor está por llegar, y la segunda mitad de la novela les resarcirá de cualquier duda que les haya provocado la primera.
La jugadora de go es, pues, una novela para muy distintos lectores, pero sobre todo para aquellos que, más allá de la pura acción (que la hay) busquen en una novela descubrir personajes, y adentrarse en mundos lejanos, aunque no necesariamente acogedores. Una traducción elegante, y la cuidada presentación de “Ediciones del Bronce” (los mismos que ya editaron al premio Nobel chino Gao Xingjian) contribuyen a sumergirnos en la tormentosa historia de los dos protagonistas.
El estilo fluye con la elegancia de la pluma poética de Shan Sa. Las voces narrativas de los personajes se entrelazan a lo largo de los 92 capítulos de la obra, guardando respetuosamente su turno, como en el juego del Go. La guerra manchú-japonesa se refleja en la metáfora del juego del Go, y el propio Go es la metáfora de la relación entre los protagonistas.
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