Fecha de publicación: 1990
Idioma original: inglés
Título original: The Buddha of Suburbia
Valoración: Está bien
La primera frase de la novela, citada a menudo, es toda una declaración de intenciones: "Mi nombre es Karim Amir y soy inglés de los pies a la cabeza, casi". Es esa identidad ambigua del inmigrante de segunda generación (nacido en Inglaterra, de padre paquistaní y madre inglesa) la que da sentido a la narración del protagonista, Karim, cuyo padre decide un día dar lecciones de filosofía oriental a vecinos ingleses más acomodados. Con mucho sentido del humor, Kureishi nos cuenta el proceso de maduración y aprendizaje de Karim,
Lo mejor de la novela son, en mi opinión, los personajes secundarios: el padre tripón, con su doble vida de funcionario y místico; el tío Ted y la tía Jean, o "Gin & Tonic", como los llama el protagonista; la independiente y comprometida Jamila, a la que casan a la fuerza con el inadaptado y feo Changez; la troupe de actores, que incluye al trostkista Terry, la depresiva Eleanor, el tío Anwar y su pequeña tienda...
La novela hace además justicia al lema "sexo, drogas y rock&roll", o mejor dicho, música en general, porque también hay punk, new wave, glam rock... Lo que más hay, sobre todo en la segunda parte de la novela, es sexo. Sexo de todos los colores: solitario, heterosexual, homosexual, orgiástico, sadomasoquista, conyugal, extraconyugal, prostibulario... Tanto, que al final hasta acaba aburriendo. Será por ese cansancio de la repetición, o porque muchos personajes secundarios casi desaparecen a medida que avanzan las páginas, pero lo cierto es que la novela pierde fuelle en su segunda mitad -sobre todo con un viaje a Nueva York que, sinceramente, no añade gran cosa al argumento-, y sólo lo recupera en las últimas páginas, cuando Karim, convertido ya en un actor de cierto éxito (consigue un papel en una telenovela), vuelve a Londres y se reencuentra con sus raíces.
A mí, personalmente, me gustan más algunas de las obras posteriores de Kureishi, más oscuras y personales -algunas de ellas, abiertamente autobiográficas para escándalo de su familia-, como Intimidad, Siempre es medianoche o incluso El regalo de Gabriel, más edulcorada. Pero eso no quita para que El buda de los suburbios sea una novela interesante, divertida a ratos y que retrata con ironía y acidez el Londres de los años 70, desde la perspectiva de un ser fronterizo, que ni es ni deja de ser inglés, de Londres. Casi.
Curiosidad freak: La novela fue adaptada al cine en 1993, y el protagonista lo interpreta nada más y nada menos que Naveen Andrews, es decir, el Sayid de Lost.
Idioma original: inglés
Título original: The Buddha of Suburbia
Valoración: Está bien
La primera frase de la novela, citada a menudo, es toda una declaración de intenciones: "Mi nombre es Karim Amir y soy inglés de los pies a la cabeza, casi". Es esa identidad ambigua del inmigrante de segunda generación (nacido en Inglaterra, de padre paquistaní y madre inglesa) la que da sentido a la narración del protagonista, Karim, cuyo padre decide un día dar lecciones de filosofía oriental a vecinos ingleses más acomodados. Con mucho sentido del humor, Kureishi nos cuenta el proceso de maduración y aprendizaje de Karim,
Lo mejor de la novela son, en mi opinión, los personajes secundarios: el padre tripón, con su doble vida de funcionario y místico; el tío Ted y la tía Jean, o "Gin & Tonic", como los llama el protagonista; la independiente y comprometida Jamila, a la que casan a la fuerza con el inadaptado y feo Changez; la troupe de actores, que incluye al trostkista Terry, la depresiva Eleanor, el tío Anwar y su pequeña tienda...
La novela hace además justicia al lema "sexo, drogas y rock&roll", o mejor dicho, música en general, porque también hay punk, new wave, glam rock... Lo que más hay, sobre todo en la segunda parte de la novela, es sexo. Sexo de todos los colores: solitario, heterosexual, homosexual, orgiástico, sadomasoquista, conyugal, extraconyugal, prostibulario... Tanto, que al final hasta acaba aburriendo. Será por ese cansancio de la repetición, o porque muchos personajes secundarios casi desaparecen a medida que avanzan las páginas, pero lo cierto es que la novela pierde fuelle en su segunda mitad -sobre todo con un viaje a Nueva York que, sinceramente, no añade gran cosa al argumento-, y sólo lo recupera en las últimas páginas, cuando Karim, convertido ya en un actor de cierto éxito (consigue un papel en una telenovela), vuelve a Londres y se reencuentra con sus raíces.
A mí, personalmente, me gustan más algunas de las obras posteriores de Kureishi, más oscuras y personales -algunas de ellas, abiertamente autobiográficas para escándalo de su familia-, como Intimidad, Siempre es medianoche o incluso El regalo de Gabriel, más edulcorada. Pero eso no quita para que El buda de los suburbios sea una novela interesante, divertida a ratos y que retrata con ironía y acidez el Londres de los años 70, desde la perspectiva de un ser fronterizo, que ni es ni deja de ser inglés, de Londres. Casi.
Curiosidad freak: La novela fue adaptada al cine en 1993, y el protagonista lo interpreta nada más y nada menos que Naveen Andrews, es decir, el Sayid de Lost.
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