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jueves, 2 de noviembre de 2023

Jarvis Cocker: Buen Pop Mal Pop

Idioma original: inglés

Título original: Good Pop, Bad Pop

Traducción: Eduardo Rabasa

Año de publicación: 2023

Valoración: muy recomendable (por supuesto, imprescindible para fans)

Supongo que algunos no sabréis quién es Jarvis Cocker. Pues es el carismático líder de la extinta (o no: igual este año toca gira de reunión) banda Pulp. Sí, aquella de la que tantas veces se ha discutido su pertenencia, o no, al invento del brit pop. Aquella que encadenó cuatro discos muy notables (tras unos inicios muy titubeantes) y se esfumó, hace más de dos décadas. Uy. Igual les tocaría un día de estos uno de esos deprimentes discos de reunión. Honestamente, espero que no.

Quizás porque ello despojaría a Cocker del mito que le reviste desde la disolución de la banda, le acercaría más al estereotipo del viejo rockero que sufre el síndrome de Peter Pan y le alejaría de lo que es: el hombre más cool del planeta. Detrás de esa pinta ligeramente enajenada, de su algo desastrado estilo capilar, de sus ostentosas gafas, de no tener exactamente un aspecto pulcro y refinado, ahí está, más cerca, por ejemplo, de Scott Walker que de Mick Jagger. 

Buen Pop Mal Pop, aquí subtitulado Un inventario, es una especie de autobiografía de iniciación. Pues, de hecho, se corta justo en el momento en que la banda accede al éxito y a la efervescencia, allá por los años noventa. Cocker desdeña solazarse de forma narcisista en la explosión del éxito y la fama y parece cómodo en esa elipsis: de la infancia a la madurez sin necesidad de recrearse en los tópicos del reconocimento (masivo, pero tardío). 

Curioso, siendo como soy un ávido devorador de libros relacionados con la música, que la de Cocker se alinee con otras obras parecidas especialmente en el tono, en la forma de dirigirse al lector. Como Bernard Sumner o John Lydon, existe una especie de confianza del estilo de sé porqué estás leyéndome a mí que resulta curiosa. Por cercanía, por proximidad, no por prepotencia, sino más bien por complicidad, porque muchos de estos músicos han sido antes admiradores de otros , quizás irredentos de la misma manera que sus seguidores lo son ahora de ellos. Conocen esa sensación y su modestia y su humildad es real.

En este recorrido, Jarvis no tiene inconveniente en mostrarse en sus momentos más titubeantes. Sus fotos de adolescente, donde parece un émulo de Ian McCulloch, así lo demuestran. El inventario lo es de un viejo desván lleno de objetos dispares ante los que Cocker ha de decidir si merecen o no ser conservados. Algunos, auténticos tesoros arqueológicos para los fans de la memorabilia. Otros, chorraditas olvidadas y prescindibles. Un pretexto para usar el poderoso arsenal visual del libro (me olvidaba, el libro en sí es un excelso objeto pop, muy adecuado para las cuidadosas publicaciones de Blackie Books), las fotos de los curiosos objetos que Cocker usa como eslabones para engarzar sus andanzas infantiles y juveniles, mientras perfila la idea de la banda, desde los aspectos sonoros hasta las vestimentas, reconociendo sin reparos sus temores y limitaciones, alejado completamente de cualquier conato de divismo (en eso consiste ser cool, claro) y afrontando con toda naturalidad situaciones como sus escasos conocimientos de solfeo, sus problemas con la vista, sus amistades, su fascinación por la explosión del punk, el deficiente o nulo desempeño de algunos de los miembros de las formaciones iniciales del grupo, la nula repercusión de sus primeros conciertos, de sus primeras canciones. Esa narrativa sitúa a Cocker más como un working class hero que como un icono de glamour, pero no cualquiera puede controlar su repercusión cuando la celebridad le alcanza. Jarvis Cocker sí.  Buen Pop, Mal Pop, desprende honestidad, sencillez, madurez emocional y sentido común, sin perder de vista la sorna y un incuestionable sentido del humor y de la dignidad.


 

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