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martes, 11 de octubre de 2022

Reseña + Entrevista: X ha muerto, de Alaine Agirre

Idioma original: euskera

Título original: X hil da

Traducción: Xabier Mendiguren

Año de publicación: 2015

Valoración: Está bien


La editorial bilbaína consonni, con una trayectoria ya larga, publica una colección que, inspirándose en el famoso cuadro de Courbet, se titula El origen del mundo. Al carácter independiente y alternativo del sello se añade un sesgo decididamente feminista, pero también el deseo de buscar caminos diferentes, ideas o formas de expresión que no encuentran sitio en los cauces convencionales, una mirada crítica, rebelde o simplemente libre a la que se ofrece un espacio para expresarse. Me permito por una vez arrancar con un comentario centrado en la colección porque me parece una iniciativa interesante donde sondear cosas diferentes.

X ha muerto forma parte de ese catálogo, y en un primer momento casi me sorprende, porque podría entenderse como un libro en torno al amor. Unas poquitas páginas son suficientes para intuir que la narradora vive un amor intenso, y de entrada nos encontramos con la desaparición repentina de su pareja, X. Tampoco sabemos nada muy concreto de esa relación porque el relato es un monólogo, casi un diario, donde van quedando anotadas reflexiones sobre esa desaparición. Es por tanto una visión exclusivamente subjetiva, no sabemos, ni a los efectos tampoco importa mucho, lo que X siente o piensa, solo tenemos la versión de la narradora. Y es además un enfoque parcial, sesgado, porque en realidad tampoco habla de sentimientos, sino que más bien se cuestiona algo así como su dependencia: estoy con esta persona desde hace un cierto tiempo, pero las cosas pueden cambiar de repente y dejar de estar juntos por distintos motivos. De esta forma, el relato contempla cómo X muere, desaparece o abandona a su pareja. Por momentos perdemos la noción de si nos están contando algo que ocurre o son solamente pensamientos que giran en desorden.

De aquella primera impresión vamos profundizando un poco más. Podríamos también pensar que se trata de temores ante lo desconocido, la imagen del derrumbe de una relación, el futuro incierto en soledad. Pero hay que ver que esos flashes de pesadilla son de duración muy limitada. Quizá la originalidad del texto se encuentra en eso, y aquí creo que llegamos al núcleo del relato: no pienso qué será de mí si X no está, sino cómo será el momento concreto en que me entere de que me ha dejado, ese intervalo de la ausencia inexplicable, la llamada del hospital, el descubrimiento de una nota. Una especulación que tiene un fondo de pánico, de juego malsano, esos minutos de negrura que invaden un tiempo de insomnio o que siguen a un desencuentro.

El innegable toque morboso se subraya mediante el lenguaje frío y la objetividad que destila la narración. No se dejan ver emociones, como si lo que se busca es solamente interiorizar una expectativa para tenerla bajo control por si pudiera hacerse realidad. 

Entremedio, un cúmulo de temores, inseguridades, quizá las dudas o la incomodidad sobre uno mismo, debilidades que a lo mejor no están más que dentro de la propia cabeza, cosas que a veces se atenúan con la edad, pero no siempre. A fin de cuentas el libro, si transmite reflexiones reales, es de una sinceridad aplastante, y si es ficción pura, muestra una capacidad brutal para bucear en las sensaciones más íntimas. Si acaso, en el delicado camino que decide seguir cabría pedirle una construcción menos apresurada y más sólida, un paso adelante para engrandecer ese interesante esqueleto narrativo y transformarlo en una historia de mayor peso. Quizá esta vez se ha quedado a medias, pero la narración muestra un talento interesante y la autora tiene desde luego mucho tiempo por delante para hacer algo más grande.

ooOoo

Para conocer un poco más el libro nada mejor que las opiniones de la propia autora. En este caso, Alaine Agirre ha atendido amablemente las preguntas que le hemos formulado, y aquí está la pequeña entrevista:

Un Libro Al Día: Como lector he pensado primero que X ha muerto parecía un libro en torno al amor, para ir después sospechando que se refería a la dependencia de la pareja, y descubrir finalmente que se trata de especulaciones o fantasías sobre ese momento crítico en que llega el fin de la relación. No sé si este proceso te parece lógico, si lo has buscado así o si tal vez no es esta la lectura que esperabas.

Alaine Agirre: Para empezar, diría que no busco una lectura en concreto, ya que pienso que la vivencia de la lectura, cuanto menos dirigida y condicionada esté, mejor. Por otro lado, mi escritura tampoco suele dirigirse a un horizonte marcado de antemano: suelo tener unas cuantas ideas, imágenes, sensaciones corporales, emociones todavía por nombrar… en las que indagar. Para mí la escritura es eso: buscar, romper, mirar, sumergirme, perderme, hojear, barajar, explorar, hacer preguntas, rehacer preguntas, desaprender, aprender… No es, en ninguna de sus posibles formas, certeza, orden, seguridad. Escribir es ir creando el camino, como dijo el poeta. Quizás trazo parte del camino, visualizo qué ideas tomarán cuerpo de capítulo, pero, aunque lo haga, muchas veces termino desviándome y yendo a lugares que ni sabía que existían. Y es eso lo que, como escritora, me gustaría que las lectoras de mis libros sintieran: que el libro las lleva de viaje a sitios (internos, de ellas mismas) que ni siquiera sabían que existían.

En cuanto a X ha muerto, para cada una de nosotras hablará de una cosa o de otra. Para mí, creo que habla de lo extraño que se siente al percibir por primera vez eso que hemos denominado como amor sentimental, de pareja. La narradora se siente rara al vestir, por primera vez, esa prenda: le surgen miedos (sobre todo el de perder a la persona que ama) que antes no había experimentado, o que sí había experimentado pero habían tomado otras formas; le entran dudas de si será capaz o no de cumplir los mandatos del amor romántico, que dictan que la relación ha de durar a pesar de todo, que tiene que ser monógama; se enfrenta también a la dualidad de no querer someterse a esa fidelidad y lealtad, al mismo tiempo que se asusta y se le encienden los celos al pensar que su pareja pueda no cumplirlas. En general, X ha muerto abre la trampilla de ese sótano lúgubre que yace en todas nosotras, pero en el que rara vez entramos.

ULAD: Al final, ¿todo esto tiene algo de morboso? ¿Puede considerarse una terapia, como intentar fortalecerse ante lo que pueda venir? ¿O son ideas que simplemente nos llegan a la cabeza y que tú te has atrevido a ponerlas sobre el papel?

A.A.: Puede ser tanto una sesión de terapia como de brujería, puede ser un ejercicio de llevar al papel aquello que nos ronda, y también un ejercicio de exorcismo del miedo y de lo oscuro. Podemos llamarlo como queramos, siendo el mecanismo el mismo: sacar a la luz lo que escondemos, lo que no podemos preguntar ni mencionar por tabú. Es levantar la alfombra para barrer el polvo acumulado que hay debajo.

ULAD: En la reseña me he permitido destacar la frialdad con que la narradora relata esas situaciones de pérdida o ruptura. Sin embargo, sí que muestra emotividad cuando se centra en las sensaciones en torno a sí misma. ¿Es algo contradictorio, un rasgo de egoísmo, o simplemente algo natural que nos ocurre a todos?

A.A.: Normalmente suelen describir mi literatura como opuesto a frío. Puede ser que parte del diálogo que tiene la protagonista consigo misma (la novela en sí es un constante diálogo interno) pueda calificarse, desde un juicio externo, como cruel o despiadado. Me alegra si es así. Significaría que he sabido desencajarme de los discursos convencionales y normativos.

ULAD: Aparte del puntazo de haber contado en esta ocasión con un crack como Xabier Mendiguren, me planteo como curiosidad (y me ha ocurrido en otros casos) por qué muchas veces se prefiere recurrir a alguien externo en vez de que la traducción la haga el mismo autor.

A.A.: La autotraducción solo se produce de manera habitual en situaciones de colonización cultural, donde la escritora en lengua minorizada se siente obligada a ofrecer una versión canónica de su obra en la lengua dominadora, para así sentir que se la acepta, que es homologable y aceptable. A lo largo del mundo, lo más habitual es que las traducciones las hagan las traductoras; serán contadas las ocasiones en las que la misma autora conoce y maneja las dos lenguas con idéntico dominio y creatividad. En mi caso no se da esa condición, no al menos con la exigencia que me impongo. Pero esa es solo una parte de la verdad. Otra parte (no todas las partes han de ser desveladas) es que me resultaría extraño, incómodo y falto de pudor hurgar en mis escritos. Y para traducir bien, hay que entrar hasta las entrañas del texto. Simplemente, no me pone traducirme.

ULAD: Desde el punto de vista personal, has tocado géneros como la poesía o la literatura infantil, además de la novela. Te planteas centrarte en el futuro en alguno de estos campos, o prefieres dejarte llevar por lo que te apetezca en cada momento?

A.A.: Espero seguir descentrada.

ULAD: Y si por fin nos das una opinión sobre el momento de la literatura en euskera, pues lo agradecería mucho. Yo creo que se publica mucho, pero los autores que de verdad lo petan siguen siendo los de siempre (Atxaga, Uribe, Saizarbitoria), y no sé si ves relevo generacional claro.

A.A.: Si a mí me preguntaras cuáles son, según mi sensación, las autoras que lo están petando, me vienen a la mente Rodriguez, Cano, Jaio, Agirre (Katixa), Meabe, Alberdi.



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