Título original: Der Sharlatan
Año de publicación (por entregas): 1967-68
Traducción: Jacob Abecasís y Ronda Henelde
Valoración: Entre recomendable y está bien
A más leo a Isaac Bashevis Singer, más admiro su pluma. Y es que la literatura del premio Nobel polaco derrocha una calidad, sensibilidad y profundidad admirables. Como prueba de esta afirmación tenemos, por ejemplo, El seductor, una magnífica comedia de enredos protagonizada por el contradictorio Hertz Mínsker.
Mínsker, que vive a expensas de su mejor amigo, el magnate inmobiliario Morris Kálisher, se acuesta con Minne, la esposa de éste. La llegada a Nueva York del ex marido de Minne pondrá la vida de los intregrantes del triángulo amoroso patas arriba.
De esta novela me han gustado:
- Su prosa depurada y dinámica.
- Sus personajes y las interacciones que éstos mantienen entre ellos.
- Ciertos giros argumentales.
- Sus últimos capítulos. Introducen algún que otro elemento abruptamente, pero cierran con tino múltiples arcos y subtramas.
- Su humor, fino o cáustico según se tercie.
- El sustrato psicológico que despliega.
- Su trasfondo misántropo y pesimista.
- Sus críticas a la comunidad judía y, en concreto, las que dirige a los religiosos, por hipócritas o por intransigentes según se tercie.
- Las agudas observaciones que hace en torno a la ciudad de Nueva York (y América en general).
Las únicas pegas que puedo ponerle a esta obra son tan insignificantes que para nada lastran al conjunto. Aun así, quisiera señalarlas:
- Le falta empaque.
- No me parecen verosímiles las disertaciones de corte teológico de muchos personajes (algunos de los cuales admiten saber poco de religión).
- En ocasiones, Singer repite información que ya había dado previamente. Aunque supongo que estas reiteraciones se deben a que El seductor se publicó originalmente por entregas, pueden llegar a molestar.
- Igual que me sucedió con Escoria, del mismo autor, pienso que a esta novela le falta concesión. En ningún momento se hace larga, pero el mensaje que transmite es demasiado explícito.
Pese a todo lo expuesto, recomiendo esta historia. Aparentemente es vodevilesca, sencilla, localista y mundana; sin embargo, su verdadero alcance es universal. Además, creo que es perfecta en tanto que catalizador del oficio de Singer. A fin de cuentas, apreciamos en estas páginas los personajes, escenarios y temas que obsesionaban al escritor: la desesperación existencial, la congoja espiritual, el sentimiento de desarraigo de los apátridas, el Nueva York tamizado por la mirada de los emigrantes judíos, el adulterio, etc...
Antes de terminar esta reseña querría alabar la edición de Acantilado. Como viene siendo habitual, es tan elegante como bonita. Me gusta especialmente la simpática ilustración de la cubierta, que resume magistralmente el contenido del libro.
También de Isaac Bashevis Singer en ULAD: Aquí
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