Idioma original: español
Año de publicación: 2014
Valoración: autobombo intrascendente
Ay, Risto, paisano. Yo andaba muy a mi aire sin contemplar la posibilidad de que nada pudiera relacionarnos en modo alguno. Qué relación puede tener un mundo como el de ULAD con un acre, pero efectivo comentarista de deprimentes concursos hundidos directamente en las simas de la telebasura? ¿O hasta con su nueva guisa, la del aguerrido entrevistador que acorrala al entrevistado en una hábil reconducción de la cercanía*? Pues ninguna, hasta que doy con una declaración suya donde dice que lo que piensa que se le da mejor es escribir. De hecho, eso mismo viene a decir en uno de los párrafos de este libro. Eso, Risto, paisano, se llama provocación. Sin matices ni atenuantes. Si un señor que, parapetado tras unas sempiternas gafas oscuras, se ha hecho un nombre enviando a un rincón a llorar a montones de émulos de artistillas, incluyendo niños y adolescentes, dice que lo mejor que hace es eso, escribir, pues vamos a verlo. En la calle te espero, Risto.
Primero: eso de la marca personal, subtitulando en esa horrible portada. ¿Qué? ¿Oigo ecos de la palabra autoayuda? Eso de construir una marca personal. Uy, uy, uy. Claro, él ha triunfado en base a eso: cara de escepticismo ligeramente contrariado (perdonad que os diga que los catalanes tenemos una expresión para eso: cara de pomes agres - cara de manzanas agrias), régimen estricto de no más de una sonrisa al mes, siempre como preámbulo de una diatriba ácida y sarcástica. Mucha marca, Risto. Pero una lectura atenta de tu libro tiene que hacer de mí otro ser único, ¿no? Empecemos, pues.
No ayuda que la solapa en que el autor es presentado obvie datos fundamentales: parece que dé por entendido que ya los sabemos. Y las apariencias importan, aquí. Sí que menciona el haber estudiado en la misma cara y elitista escuela de negocios barcelonesa donde lo hizo Iñaki Urdangarín. Enough said.
Pero, más allá de la solapa (que es posible que muchos ni vayan a pararse a leer) el contenido de Urbrands es, más o menos, lo que cabría esperar. Que es una especie de fabulación, a ratos amena pero también confusa, ampulosa, inmodesta, cargante y pretenciosa, sobre cómo edificar una marca personal de forma parecida a un núcleo urbano. Bueno, eso he creído entender, entre conceptos de marketing (esa nauseabunda costumbre de intercalar términos en inglés con el mínimo pretexto), citas a textos de marcado carácter empresarial, ejemplos insertados con calzador, autobombo a cascoporro, disertaciones bastante espesas buscando analogías que hagan comprensible la lectura a todos los segmentos de público proclives a admirar al amigo Risto. Que para nada enfatiza el hecho de que vive, ocho años después, a costa de la complicidad que generaba su ensañamiento con cuatro aspirantes a estrellas del karaoke. Pero hay más, aunque debería decir menos. Porque justo lo que debería salvar a Urbrands de la mera consideración de artefacto fallido de autoayuda (y a la postre artefacto certero de autoinmolación para todo el que fracase aplicando a rajatabla sus postulados) es lo que hace hundir definitivamente su pretensión. Resulta que al hombre le da por intercalar unos pasajes en plan voy a hacer un homenaje al género femenino en los que, lógico si se piensa que lo que se estaba perdiendo el mundo era su aportación literaria, Risto se despoja de su duro caparazón de inmisericorde estrella de la tele 2.0 y nos regala perlas como:
"Por mi cabeza rondaban las preguntas menos adecuadas si uno lo que pretende es cerrar los ojos"
"Con Roma me ha salido todo al revés. Hasta su nombre"
"Porque por mucho que le oliese la boca, jamás pudieron afear la voz que salía de ella, vía directa a su corazón"
"Me gustaría que esto que tanto duele fuese lo que me aplasta el pecho y me araña las vísceras y el corazón"
¡Acabáramos! Resulta que se nos puso tierno, el hombre. La palabra "corazón" en dos frases escogidas al azar. Aquí, mi amigo Azul Sánchez, sin duda alguna el tipo que mejor etiqueta textos de blogs de todo el Universo, se hubiera puesto las botas. De hecho, lo desafío a que comente y nos regale alguno de los apelativos que frases como éstas le merecerían, en el contexto de un tipo malcarado que no ha tenido el mínimo reparo en fundir y finiquitar con dos frases de las suyas (certeras, eso sí) las deprimentes e incipientes carreras de montones de aspirantes a artistas de penúltima categoría.
Porque es muy patente que Risto Mejide no ha leído suficiente narrativa para que se le haya pegado, al menos, el sentido del ridículo. Ensayos sobre marketing y branding y benchmarking y todos los xxxxxing, muchos, pero narrativa, poquita. Apenas la menciona, ni la cita de forma memorable. Y miren, yo soy de la idea que los grandes escritores suelen ser grandes lectores. Una manía como otra, perdonen.
No: escribir no es lo que mejor haces, Risto. Ni siquiera lo haces consiguiendo deshacerte del personaje que has creado, que te da de comer y te fascina. No logras pasar la prueba de nivel que te permite, otro concepto que manejas en este batiburrillo, trascender. No, otra vez: tu libro pasa al estante a acumular polvo, se olvida tan rápido como se lee y se desiste de comprender y de ejercitar sus consejos, que no surgen de tu corazón sino de tu ombligo y de tu desmedida y comprensible ambición. La obsesión por presentarte y desgranar tus éxitos lastra cualquier conato de frescura y espontaneidad, y otorga a Urbrands, finalmente, la condición de producto. Que igual, Risto, paisano, es lo que querías.
* Aclaro que esto lo escribo antes de que entreviste a alguien tan mediocre como Melendi.
Lo tenía en mi lista de posibles, con tu reseña lo elimino.
ResponderEliminarGracias
http://leidovividovisto.blogspot.com.es/
Es un personaje que me da tanto asco —este neoliberal de incógnito cuyo modelo es Amancio Ortega, este moderno bien pagado de sí mismo que se atreve a impartir doctrinas sociales, este demagogo ramplón y facilón producto de Tele5, este posturista profesional...— que francamente no me sorprende que lo que sale de su pluma sea una mierda análoga a la que sale de su boca.
ResponderEliminarYa hay que tener espíritu para intentarlo con un libro de este ser humano. Antes elijo uno de Coelho, fijaos.
Yo de Risto solo he leído 2 o 3 artículos que escribía en un periòdico y me gustaron bastante. Este libro no me llama la atención por la temática que trata, pero si que me gustaría leer alguno de los anteriores por darle una oportunidad a ver si de verdad como escritor deja mucho que desear :)
ResponderEliminarUn saludo!
Lo que me inquieta, Francesc, es si te has gastado la pasta (y cuánta) en semejante volumen. Que no anda el mundo para ir tirando el dinero.
ResponderEliminarSaludos. Carlos Andia.
Excelente repaso Francesc. Al fin y al cabo este libro no es más que una burda operación de marketing. Tengo un programa en la tele, voy a aprovechar el tirón y saco un libro. A ver cuantos pican.
ResponderEliminarConmigo desde luego que no cuente un tipo tan pagado de si mismo como Evaristo.
Saludos,
José Miguel
Yo también he leído alguno de sus artículos en El Periódico y, francamente, me parecen literariamente mediocres: conceptos a veces interesantes sepultados bajo una escritura que pretende ser rompedora pero que se nutre de recursos manidos y pretenciosos -como el autor-.
ResponderEliminarNo conozco al autor... y ya no lo quiero conocer, pero me ha gustado mucho la valoración del libro: "autobombo intrascendente"...
ResponderEliminarBuenas: gracias a todos por el comentario. Con franqueza, sin tener una gran expectativa esperaba, al menos, que ciertos pasajes del libro no me produjeran sonrojo. O que su apariencia de autoayuda quedara superada por algún mensaje útil. Pues nada: y para quien se interesó por como obtuve el libro, aclarar que ya veremos si la gente de Espasa vuelve a ser tan amable en el futuro, después de que, oficio obliga, mi opinión sincera sea tan poco entusiasta.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarDesde que no te insultan no molas, Francesc.
ResponderEliminarInsultos? Y la cabeza de cochino que he encontrado en el buzón? Eh? Eh?
ResponderEliminarHumm... ¿A quién me recuerda eso? Ya sé: a Fig...¡uy , lo que he dicho! ¡Perdón, Francesc, perdón!
ResponderEliminarPor mi que lo lean sus amigos y familiares. No me interesa este individuo. Es simplemente un imbécil.
ResponderEliminarNo sé, Anónimo, si me atrevería a una afirmación tan tajante. Es un tipo que se ha dado cuenta de que el personaje que se ha montado le da de comer, y ha decidido explotarlo. Pero como es un libro, no literatura, repito, NO LITERATURA, había que decirlo.
ResponderEliminarHola! Y si ese no sirve, qué titulo sí recomiendas respecto al mismo tema para los interesados? Un abraZo!
ResponderEliminarLo siento, Sarah. No recomiendo ningún libro que sea declarada o solapadamente de autoayuda. Todos me parecen un engaño en lo personal y una porquería en lo literario.
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