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jueves, 16 de junio de 2011

Cómo se escribe este blog

Muchos de nuestros lectores y admiradores nos han preguntado (hasta parándonos por la calle, aunque estuviera lloviendo) cómo hacemos este blog, cómo creamos este pequeño milagro cotidiano, cómo nace la magia que es ULAD. Cómo son las bambalinas, el backstage de Un libro al día. Pues bien, ha llegado el momento de descubrir uno de los mayores misterios desde el asesinato de JFK o el baño de Fraga en Palomares.

En realidad, Un libro al día es una Sociedad Limitada capitalista con sede en la Gran Vía de Madrid y sucursales repartidas por las principales ciudades españolas: Barcelona, Bilbao, Valencia, Villacornejo del Archiduque, Sevilla... Una importante empresa de producción de salchichas (cuyo nombre debe permanecer en el economato) nos subvenciona generosamente para que dediquemos nuestro tiempo y nuestro ingenio a producir reseñas. Así, tenemos escritas ya aproximadamente 1.500.000.000.000.000 críticas de libros. Cuando se termine el universo y se produzca el Big Crunch, Un libro al día seguirá publicándose. Pero nadie podrá leerlo.

No, en realidad esto es mentira.

En realidad, Un libro al día es una máquina, no muy distinta del "Deep Blue" que masacró a Kasparov al ajedrez. Un poderoso y complejísimo algoritmo selecciona al azar los títulos, mezcla arbitrariamente citas de Foucault, Derridá y Cervantes, busca reseñas similares en internet y las plagia sibilinamente, y lo empaqueta todo en una gama de estilos que va desde el macarrismo adolescente a la pedantería esotérica. El hecho de que el ordenador no haya sido descubierto le llena de orgullo, si es que las máquinas pueden sentir orgullo. Es posible que el algoritmo contenga algún error, porque produce reseñas de Borges y de Stefan Zweig con excesiva frecuencia. O puede que el ordenador haya desarrollado gustos literarios, lo que sería la leche, en términos científicos. Por cierto, sí, esta entrada también la he escrito yo.

No, en realidad esto es mentira.

En realidad, Un libro al día lo escriben once personas y veintidós manos (que se sepa), algunas de las cuales no se conocían cuando empezaron a escribir en ULAD y otras todavía no se conocen. Y las que sí se conocen, no se soportan. Esto provoca graves problemas de coordinación, porque a veces todos decidimos dejar de escribir reseñas a la vez, solo por despecho. Y porque despecho es una palabra muy bonita y hay que dar ocasiones para usarla. Si los lectores supieran la de días que estamos a punto de no publicar una reseña, se les pararía el corazón. O peor: se morirían.

No, en realidad esto es mentira.

En realidad, somos un ejército de 871.964.163.655.122 monos (aproximadamente: hay uno que no se encuentra muy bien) tecleando letras aleatoriamente delante de un ordenador. Cada vez que sale algo que se parece a una reseña de un libro, se publica en el blog. A veces se publica algo aunque no se parezca a una reseña. Algunas de nuestras mejores críticas han sido escritas por el chimpancé 615.126.879.843.165, que ha demostrado especial sagacidad en el análisis de la novela vanguardista del siglo XX, y en abrir cocos utilizando las esquinas de la pantalla. Por cierto, sí, esta entrada también la ha escrito un mono.

No, en realidad esto es mentira.

10 comentarios:

  1. No me ha hecho ninguna gracia

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  2. Pues entonces no te rías. Pero que sepas que dicen por ahí que es muy sano ;)

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  3. Vaya. Nuestro gozo en un pozo. Una carrera humorística, tirada a la papelera en solo una línea. Pois.

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  4. El humor inteligente siempre ha sido minoritario.

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  5. Bueno, a mí sí me causó gracia =)

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  6. Pues yo todavía me estoy partiendo, genial!!

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  7. Me ha dado mucha pena que lo de los monos sea mentira. Todavía estoy llorando,oiga!

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  8. No estés tan segura que lo de los monos sea mentira...

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  9. Los últimos informes zoológicos de los cuidadores de monos indican que el chimpancé 615.126.879.843.165, en lo que parece una muestra de desmedido orgullo simiesco (hybris, diría él), ha dado últimamente en vestir chalina y sombrero, y anda usando un bastón. Quiero decir cuando no está encadenado a su máquina de escribir, claro. Los otros monos se burlan de él (sobre todo esos malditos bonobos) y suelen imitar sus andares de entreguerras cuando sale al patio. Él, impertérrito, sigue inventando libros de esos dos entes imaginarios que llama Borges y Zweig.

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  10. Me parece más creíble la tercera opción :), así que ojalá esas 11 personas sigan escribiendo esas reseñas tan buenas que tanto me gustan leer.
    saludos...

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