Año de publicación: 2024
Valoración: Imprescindible
¿Cómo hablar, en apenas media docena de párrafos, de lo que supone un texto como Minimosca? ¿Qué decir, que no se haya dicho ya, sobre una de las novelas de año 2024? Preguntas que surgen frente a la página (más bien hoja de Word) en blanco, dudas que atormentan a este pobre reseñista frente a una obra tan vasta, tan compleja, tan exigente, tan putaobramaestra, tan 2666 de este segundo cuarto del siglo XXI.
Vaya, ya salió Bolaño. Era inevitable pues el parentesco es innegable. También debe citarse a Borges, a Cartarescu, a Sabato, a Faulkner (why not?), a Lautreaumont (por esto y por lo otro), a Macedonio Fernández (creo que Faverón y Macedonio vienen del mismo planeta)... aunque con un puntito de humor que lo separa ligeramente de los anteriores. La lista podría ser eterna, como el Museo de la (susodicha) novela, pero ya paro.
Y es que en Minimosca hay grietas, fantasmas, fisuras, senderos que se bifurcan, cantos de sirena, paradojas temporales, desdoblamientos y sotneimalbodsed, máscaras, metempsicosis, casualidades, guiños a la realidad histórica, realismo casi sucio, realismo mágico, guiños a la ciencia ficción, novela psico(i)lógica, exploraciones sobre el dolor y la violencia... Podría seguir, pero ya paro.
Puedo hacer un campo de concentración donde solo quepa un prisionero y que el prisionero sea el guardia (p. 309)
Hay personas que nacen dos veces y son la misma y hay personas que nacen una vez pero son dos (p.523)
Según el momento en que la recuerde, tres imágenes me vienen a la cabeza:
- La de las matrioshkas, por sus historias dentro de la historia dentro de la historia dentro de la historia y así hasta el infinito (y más allá, que diría aquel)
- La de un cuadro cubista, por su fragmentación de líneas y superficies para representar la totalidad de la vida en un solo plano.
- La de un altar barroco, recargado de figuras, pero con Arturo Valladares y Mónica Buchenwald ocupando el lugar central.
Dudaba porque Vivir abajo me encantó. Si esta está al nivel que dice Ulad, a por ella voy.
ResponderEliminarHace dos semanas que vengo trabajando en mi cabeza si comprarlo YA o esperar al sueldo del mes que viene. Pero hace poco releí Vivir Abajo y simplemente no puedo esperar más tiempo para leer Minimosca. Solo espero que las expectativas no me jueguen en contra, porque hacía mucho que no deseaba tanto un libro.
ResponderEliminarPues fíjate que estaba convencido de que en algún momento este libro estuvo en mi lista de pendientes. Es lo que tiene ser algo desordenado, ahora Koldo se me ha adelantado. Pero la reseña confirma la buena vibra que me dio el libro. En algún momento habrá que leerlo, desde luego.
ResponderEliminarPues sí, queridos. Leed "Minimosca". No os vais a arrepentir
ResponderEliminarPobre homenaje a Minimosca (SPOILERS MASIVOS)
ResponderEliminarA Félix, cuando suena el timbre, lo avasalla la euforia. Sabe que llega el libro que compró hace un mes, el libro con el que no puede dejar de pensar, un poco por temor a las altas expectativas y otro poco con alegría porque, justamente, hace mucho que no tiene esas expectativas sobre un libro. Se lo entrega una chica de raíces irlandesas, a juzgar por el pelo y sus cejas que construyen un puente inclinado, y abre la caja en la mesa. La primera impresión es la de inquietud ante la portada (la ha visto antes pero no es lo mismo verla entre sus manos) y luego la sensación de urgencia para leerlo, aunque espere al día siguiente, a la lucidez conveniente. Comienza entonces la lectura real.
A la página 100, luego de la parte del Amnésico, piensa que está agradecido con la vida por la futura gloria que será la lectura total y siente cierta tranquilidad porque es lo mismo que Vivir abajo, no solo en cuanto a una especie de secuela espiritual (que confirmará con alegría 200 páginas y después y con una desazón profunda 400 páginas después) sino en el estilo, en la locura soterrada y enterrada y elevada a la superficie, por lo cual no puede dejar de leer (se toma un descanso en cada parte, pero es como si el tiempo fuera la baba de un caracol que no termina de manchar el piso, como el escupitajo que Jim White sella en una columna de la casa de Richard Diekenborn).
Le sorprende que los nuevos personajes también entren en la memoria como los de Vivir abajo, le sorprende y lo alegra esa capacidad de emocionar en tan solo una frase, tan solo luego de cien doscientas, tan solo al leer (aunque esa emoción trastocará en algo insondable) "no había ningún motivo para no hacer el amor con Arturo", y piensa, para ese entonces, que ya compite con vivir abajo, y cuando llega a la parte de Momias, la parte más extensa, y la lee extensa al principio y extenuado al final, es cuando entonces le invade no solo el HORROR INFINITO, sino la TRISTEZA DESOLADORA E INFINITA, pues comprende que se ha abierto una grieta entre Vivir abajo y Minimosca, una grieta dual en donde las historias y las tramas abiertas pasan a ser otras por antojo del autor (sospecha de todas las críticas que no mencionan la grieta entre ambos libros, como si únicamente importara la maravilla del estilo y no los personajes, que están de todos menos maravillados), y piensa o siente o cree o imagina que es brillante, pero la tristeza no lo abandona, porque hubiera esperado que el residuo de esperanza en la anterior novela se mantuviera en esta, y piensa que quizás el autor no ha tenido la suficiente confianza para entender la profunda humanidad de sus personajes y dejarlos y no castigarlos más, pero sigue leyendo esperanzado por una respuesta (que existe y que no lo salva de la TRISTEZA INAUDIBLE, sino que le otorga el entendimiento de la RESIGNACIÓN ABSOLUTA), y se ríe por el humor negro más negro que el espacio sin estrellas y vuelve a emocionarse por esas frases aisladas llenas de pavor, de amor y de aceptación, y vuelve a sentir el MIEDO TOTAL cuando entiende que ESE personaje ya no es más SU personaje (aunque le deja cierta seguridad de que habrá otro libro, otra historia que retome otras historias y cierre o abra los finales anteriores), y para entonces, al final, luego del museo y del Sur, de la vuelta del horror pero de la vuelta a la esperanza con la llamada pero la vuelta a la tristeza con el Amnésico pero la vuelta a la desolación con el final y la mente pensando y repensando lo que ha sucedido, que no es tanto las tramas cerradas con maestría, sino la constatación de haber leído algo que está fuera del alcance de la mayoría, y piensa que luego leerá otras novelas (como esa que se llama La exhibición de los virgos, publicada en octubre de 2025 y escrita por Félix) y sentirá la misma desolación por no encontrar otra cosa que lo iguale, otra cosa que lo iguale a pesar de sus frases alambicadas y en esta ocasión menos pulidas, quizás por el éxito de la anterior y sus personajes destruidos y sin paz cuando debieron estarlo y sus excesos de historias y su inaccesibilidad más patente pero a la vez su forma de entregar información como si no confiara tanto en el lector, a pesar de todo eso, algo que lo iguale, y cierra el libro y no lo quiere ver más porque tardará en entender ese abismos por algunos días y no lee más por el atronador cansancio que horada sus ojos como flechas de luz que no abandonan el cráneo, sino que continúan horadando la retina, como si la luz que ve perpetuamente saliera de las páginas del libro para destellarle una frase, la que le hace saber que no leerá otra cosa así, porque las obras de arte se perpetúan en la mente y todo lo demás queda olvidado.
ResponderEliminar(Espero que no quede a mal esta pequeña impresión, un intento (medio feo, porque seguro que hay comas y puntos y frases malas) de Faveronear Patriaumente sin mucho sentido más que el de la admiración. Es un gran libro y, como los grandes libros, está plagado de defectos y de grandes alegrías).
Lo tuve que poner en dos partes porque era muy largo.
Eliminar¿Borges? Imposible. Tampoco Faulkner, por supuesto, y ni siquiera Bolaño al que uno podía rastrear casi en cada página de Vivir Abajo, una novela excesiva por todas partes pero sin duda muy apreciable. Esperaba lo mejor con esta Minimosca y por eso,quizá, la decepción me toca de un modo menos soslayable. Minimosca es una coda autocomplacida de 715 páginas nada menos. Un desastre irritante que alguien ha comparado con un laberinto. Los laberintos llevan a un lugar, tienen un centro al que hay que llegar. Están construidos de forma razonable. En Minimosca sólo hay un vacío muy extenso que Faveron intentó rellenar con la más absoluta nada. Una pena.
ResponderEliminar¿Hay propósito en un laberinto, Luis? ¿Es su centro su razón? Venga, hombre, que hemos venido a jugar.
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