Poco esperaba yo, cuando entré en esta comunidad lectora uladiana, que algún día tendría que pasar cuentas sobre lo que me ha llevado hasta aquí, en lo tocante a la literatura. Porque son varias décadas de libros, montones de ellos y, sí, confesaré ya de entrada, que con ritmo de lectura irregular y algún sonrojo que puede que confiese.
Y, cómo no puede ser de otra manera, pues estas cosas deben empezar por el principio, más allá de los típicos libros de niño con dibujos, texturas y sonido, ya de pequeño apuntaba maneras de lector voraz. Porque superados estos primeros años, a la que empecé a saber leer podría decirse que siempre crecí con un libro cerca y recuerdo con mucha nostalgia la época (larga, fueron bastantes años de mi vida) comiendo en casa de mis abuelos y teniendo allí algunos de mis libros, para aprovechar esos mediodías, cuando no existía internet y la TV tenía únicamente unos pocos canales. Pero allí estaban los libros, porque siempre están ahí cuando les necesitas, y esperaba a llegar a casa para lanzarme de nuevo en búsqueda de aventuras de la mano de Enyd Blyton con sus “Siete secretos” (por encima de “Los cinco”, que también) y disfrutando (mucho) con su menos valorada serie de “Los cinco detectives”. Y claro, el famoso "Zoo d'en Pitus" de Folch i Torres (lectura obligada y disfrutada por prácticamente cualquier niño catalán de la época y diría que sigue siendo así). Junto a estos libros, cómics, también, muchos: mis añorados y predilectos “Zipi y Zape”, “Mortadelo y Filemón”, “Trece rue del percebe” y, claro, cómo no, “Mafalda” de Quino, que seguramente la leía ya antes de entenderla (o no, quién sabe). Y los catalanes “Jep i Fidel”, “Massagran”, … también los franceses, “Astérix” o “Tintín” (leídos todos, varias veces, cómo debe ser, vaya) y, por supuesto, la gran ola francobelga con “Spirou”, “Gil Pupil·la”, “Benet Tallaferro” en sus traducciones al catalán. Y más, muchos más cómics, a los que seguiría alguno de Marvel y de DC Comics (Spiderman, Batman o Capitán América), pero pocos. Y no quiero olvidarme de mi cómic futbolero preferido: “Eric Castel”.
Superada ya esa fase de cómics, que debo decir que para mí fue una fase vinculada a la infancia, ya entré en la narrativa propia de la edad pre-adolescente/adolescente, donde me llevó a leer libros de más calado. Bastante en desacuerdo con muchas de las lecturas que nos ponían en el colegio (no me convencía casi ninguna de las que nos proponían y arrastro aún malos recuerdos de Charles Dickens y dos ciudades que me dejaron en medio de ambas, o Papillon, leído además en francés, que bueno, sí pero no), podríamos decir que mi despertar literario en ese momento de mi vida fue “Rebeldes”, de S.E. Hinton. Fue en esa lectura a los catorce años, y la mini-reseña que tuvimos que hacer en clase, que algo despertó en mí; puede que fuera el libro, puede que fuera los elogios del profesor a mi reseña (es posible que fuera mi primera reseña en la vida… y aquí seguimos tres décadas después) u otros motivos, pero ese libro me despertó no ya la pasión por la lectura (que ya existía desde siempre) sino las ganas de escribir (intentos de libro hubo algunos, pero ahí quedaron).
Y, una vez entrada en la edad en la que ya se podía leer de todo (o casi), me metí de lleno buscando hobbits en los mundos de Tolkien, cazando robots humanoides con la saga de Battletech y empezando a devorar todo lo que encontraba de Stephen King y también novela de aventuras africanas con Wilbur Smith y Clive Cussler. Eran tiempos de leer mucho y rápido, de leer todo lo que encontraba, especialmente en esos veranos de días calurosos y noches interminables. Y otro salto, llegando a mis veinte con novela histórica y ensayo, sufriendo y descubriendo que existe la maldad a través de las memorias de Ana Frank y Primo Levi, pero también soñando con un mundo de música (mi otra pasión) en Alta Fidelidad con Nick Hornby y entrando en libros más profundos con Kundera y su “levedad”, Dante y su “Divina comedia”, buscando lobos esteparios bajo las ruedas con Herman Hesse y descubriendo a Gregor Samsa gracias a Kafka mientras iba de viaje beat en la carretera con Kerouac hasta llegar a los campos de centeno de Salinger. Y Bradbury buscando la temperatura a la que queman los libros mientras Orwell adivinaba nuestro presente. Y Kennedy Toole conjurando con unos necios, con los que me reí casi tanto como con Mendoza y mi añorado Gurb.
Y luego, mi época de buscar submarinos jugando a patriotas con Tom Clancy y a abogados con John Grisham y otras novelas de policías y detectives, o jugando a médicos con Noah Gordon y llenando mi mundo de inmensas catedrales con Ken Follett mientras Victor Hugo encontraba miserables. Y algún fantasma que corría por la Opera al que conocí en un musical y que me llevó a su lectura.
Hasta que vino Paul Auster y todo volvió a cambiar: desmintiendo autobiografías que auguraban la crónica de un fracaso tras vivir a salto de mata y visitando su Nueva York a través de una trilogía que me abrió un nuevo mundo, un mundo donde el azar entraba y llevaba de su mano cuestiones sobre quiénes somos y cómo hemos llegado aquí. Y siguieron muchos más de Auster (casi todos, creo). Y vino Bret Easton Ellis con un psicópata americano que me infligió miedo, pero también pasión por una literatura atrevida, valiente y directa, y conocí a un tal Palahniuk que no me dejó dormir con su canción de cuna. Y algún sudamericano como García Márquez, Vargas Llosa y Jaime Baily, de los que no guardo buenos recuerdos y que, quien sabe si por eso dejé algo de lado la literatura de esos lares (perdóname Koldo). Pocas lecturas más en esa época, la universidad y una carrera difícil no dejaban mucho tiempo para la lectura.
Y llegó Haruki Murakami, superados mis veinticinco, y fue el descubrimiento de otro mundo, un mundo en el que sonaba un blues en Toquio, mientras un pájaro daba cuerda al reloj de una amante peligrosa que vive al sur de la frontera, o al oeste del sol, mientras Kafka descansaba en la orilla buscando un satélite llamado Sputnik. Y siguieron todos (o casi) del autor japonés, al que se unirían en un futuro Kawabata, Higashino, Mishima, Ishiguro… Y sin dejar de lado lo que seguía publicando Auster y King, entre otros.
También olfateé libros interesantes envueltos de perfume con Süskind y busqué códigos, ángeles y demonios con Dan Brown. Y eso me llevó otra vez de vuelta a los best sellers, con más lectura policíaca de la mano de Baldacci, Katzenback y su psicoanalista, Faletti, Koontz y la paranoia de Finder (gran libro también). Fueron bastantes años de este tipo de literatura, al que también la acompañaron cosas de las que ahora me arrepiento (y me arrepentiré de confesar aquí) como libros de ChitLick (no únicamente Bridget Jones, que también) o, más adelante, de superación personal.
Y descubrí a Siri Hustvedt, mi admiradísima Hustvedt, y me devolvió todo cuanto amé de los libros. Y leí todo de lo que había de ella (y sigo haciéndolo). Y a ella se le han ido añadiendo, al paso del tiempo, otros autores estadounidenses como Eugenides, Chabon, John Williams, Richard Ford y Foster Wallace. Y también otros autores no estadounidenses como Erri de Luca y Coetzee (otros dos grandes autores).
Y, ya más cerca a nuestros días, llegó Karl Ove Knausgård con su lucha, que es la de todos, y llegó fuerte, muy fuerte. Porque me descubrió (a mí y a muchos) la literatura del yo, porque vi otra manera de escribir, desde la cotidianidad, desde las pequeñas cosas. Y me estremecí con el ánima de Mouawad y la sangre de unas promesas que causaban dolor, pero también esperanza. Y apareció Philip Roth con su trilogía americana y Franzen buscando correcciones a una tendencia lectora errática pero nutrida. Y vino Zweig, grandísimo Zweig, y con él llegué al ensayo y a la reflexión a la que le diría Sí a Bernhard, pero también a Kristof (mi siempre admirada Kristof), o también algunos rarunos nórdicos como Hansum pasando hambre o Strindberg haciéndose el loco. Reflexiones que vendrían acompañadas de movimientos sociales contra el racismo y a favor del feminismo (Coates, Solnit, Davis, Ward Sontag, Beard, Atwood, Gornick, mi también admirada Ernaux…), sobre problemas migratorios (Gunday) o sobre la importancia de la cultura con Thiong’o. Porque hasta hace pocos años predominaban en mis estanterías los autores, pero, afortunadamente, llegaron ellas; de hecho, ya estaban, pero las descubrí tarde y menos mal que lo hice: grandísimas autoras como las ya mencionadas, pero también Hardwick y autoras más recientes como Tibuleac, Winkler, Kang, y catalanas que darán que hablar (más aún de lo que ya están haciendo) como Solà, Orriols o Baltasar.
Y sí, también otros grandes autores, como Haslett (que publique más libros, por favor), Moehringer hablándonos desde un bar grandes esperanzas, y clásicos a los que les debía una lectura como Harper Lee, Scott Fitzgerald, Victor Català, Faulkner, Hawthorne o contemporáneos como Saunders buscando a Lincoln en un bardo que me sorprendió y encandiló. Y finalmente, el último gran autor descubierto, uno de los más grandes, Cărtărescu, que me llevó a descubrir que un Solenoide genera campos infinitos de mundos de un magnetismo ineludible. Más o menos, como el magnetismo que tienen los libros.
Larga vida a los libros y a ULAD, al cuál le debo que esta sea, probablemente, la época de mi vida en la que más leo y gracias también al empuje de los lectores, que animan a seguir. Y que siga así por muchos años.
Hola Marc:
ResponderEliminarMe acercaba al final de tu biografía lectora y pensaba aquí falta Cartarescu. Lo has puesto en el párrafo final!
Coincidimos en mucho de lo leído. Eso sí hasta KOK no llego.
Saludos!
Hola, Gabriel.
ResponderEliminarNo podía faltar Cartarescu, y sí, al final está (al final porque lo descubrí tarde y fue gracias a Koldo).
Me alegro de coincidir contigo en muchas lecturas, señal que no he llegado hasta aquí por mal camino ;-)
Saludos, y gracias por verte a menudo en los comentarios.
Marc
buenos días y sólo puedo decir gracias. Cada vez creo descubrir antes que eres tú el que hace la reseña porque intuía que habíamos leído a casi los mismos autores, hasta hoy y cuando he leído (mi siempre admirada Kristof)lo único que me queda añadir es que te adoro y que sigas así por favor.
ResponderEliminarHola, solo decir que Tintin también entra en la categoría de francobelga.
ResponderEliminarBueno, y ya que estoy aquí, decir que Auster y Murakami me parecen unos pesados pretenciosos que han tenido la gran fortuna de nacer en una época donde lo artificioso y sobrecomplicado se confunde con complejidad y profundidad filosófica y por eso se los venera.
Un saludo.
Una vida fecunda en lecturas. Y todos ardientes seguidores de Zipi y Zape. Encantada de conocerte, Marc.
ResponderEliminar¿Quiere alguien decirme quienes son los Cuatro Fantásticos de ULAD? Es que yo no estaba...
Saludos
hola a todos, respondo por orden.
ResponderEliminarA Elena, me alegro de que tengamos gustos similares y coincidamos en los autores que leemos. Respecto a Kristof, es inevitable admirarla por lo que realmente el mérito es suyo. Y gracias por tu elogio y tus palabras, seguiré intentando llegar al nivel que los lectores como tu merecéis.
A Yai, lamento el desliz no incluyendo a Tintín en la categoría francobelga. Lamento también que no coincidamos en Murakami (empiezo a creer firmemente que a los uladianos no les gusta y que algun día me echarán por ir a la contra) y tampoco en Auster (en este caso no es tan habitual que no guste, pero para gustos...). En culaquier caso, gracias por comentar la entrada tan personal.
A Beatriz Rodriguez Soto, efectivamente, todos nos encontramos y disfrutamos con Zipi y Zape. Y respecto a los 4 fantásticos, entiendo que son Santi, Montuenga, Francesc y Juan.
Saludos, y gracias también, Beatriz, por comentar.
Marc
Gracias por la historia.
ResponderEliminarMe despierta curiosidad leerte afirmando que solo lees autores del hemisferio norte + Thiong'o. ¿Nunca sentiste curiosidad por lo que tenga que contar un escritor de países pobres? ¿Crees que la buena literatura necesita de la alta industrialización?
Hola, Diego.
ResponderEliminarBien visto. La respuesta es que sí tengo curiosidad, pero se me despertó algo tarde.
Supongo que mi afición durante años a los best sellers me "encerró" bastante en la literatura estadounidense (como habrás notado). Pero hace algo de tiempo que ya no es únicamente así y por mis manos han pasado Gyasi (Ghana), Hamid (Pakistán), Azzedine (Marruecos), Chimamanda Ngozi Adichie (Nigeria), Mouawad (Líbano). Por tanto, la respuesta es que sí, me interesan. Por cierto, pongo estos autores porque interpreto que ubicas los países pobres en el hemisferio sur (aunque varios de los mencionados estan en el hemisferio norte).
Y no, la buena literatura no necesita una alta industrialización, solamente una buena historia, un escritor/a que sepa narrarla y medios para publicar y difundir. Creo que hay buenos autores en países pobres, pero no todos ellos tienen los canales o medios para llegar a nosotros, lamentablemente. Aún así, y pese a las dificultades, algunos llegan y nos gusta lo que nos explican. Por lo tanto sí creo que necesitan medios y en países industrializados es más fácil. Pero la causa de que cueste que llegue buena literatura de los países pobres no está en los escritores sinó en la economía. Puede que los lectores tengamos que empujar más y leer más literatura de esos países.
Espero haber aclarado tus dudas.
Gracias como siempre por comentar.
Saludos
Marc
Hola, Marc:
ResponderEliminarSiempre leo tus reseñas con mucho interés porque dejan ver tus inquietudes más allá de la literatura, y me gusta ver lo que un hombre opina del feminismo y la literatura escrita por mujeres.
Por otro lado, compartimos muchas lecturas, excepto lo de la Marvel, los libros de abogados y Bayly y Vargas Llosa, por lo que siento una gran devoción. Murakami llegó también hacia mis 25 y fue una pasión total.
Saludos
Zipi zape bruguera... Qué infancia.. Kempes 19
ResponderEliminarHola, Lupita.
ResponderEliminarGracias por leerme con interés y quiero decirte me siento muy halagado por el motivo por el que lo haces. Te lo agradezco y espero que no vaya del todo desencaminado respecto a la "visión" que tengo sobre el mundo femenino y su literatura (que se entienda: escrita por mujeres, no dirigida a).
Respecto a las lecturas compartidas, creo que entre todos me estáis haciendo ver (incluyo aquí a Koldo, nuestro experto en la literatura sudamericana) que debo resarcirme y dar una nueva oportunidad a la literatura de esos lares, pues me consta que me estoy perdiendo grandes cosas. Será mi próximo reto, en cuanto las novedades me dejen algo de tiempo... y Koldo me lo permita ;-)
Saludos, y gracias de nuevo Lupita, por leernos siempre y comentar tan a menudo.
Marc
Cierto, Kempes 19, y qué lejos quedan esos tiempos...
ResponderEliminarSaludos y gracias por comentar
Marc
¿Es cosa mía o hay un vacío absoluto de literatura española???
ResponderEliminarhola, Anónimo.
ResponderEliminarCierto, lo hay, aunque honestamente no sabría decirte el motivo (obviando, claro está, la literatura que leíamos en la escuela).
Saludos
Marc
Mi intención no es mal juzgarte. Quede claro. Te aprecio como reseñista: tengo apuntado a KOK en la lista (a pesar del resto), Siri Hustvet ya está en mi estantería de estadounidenses por tus opiniones, en muchos aspectos equilibras el blog ya que tus compis son más "scarfece", etc. Te agradezco la respuesta.
ResponderEliminarAhora me has mencionado a varios autores "africanos" y apareció un anónimo a notar la falta de españoles (cosa que yo no había visto), parece que todos tiramos para casa. Esto me trajo a la mente el "toc d'alerta" de Pujol; aquello de que el principal problema de Cataluña éramos los latinos que no comprendíamos la catalanidad. Yo no quiero creerle a la derechonga española cuando afirma que en Cataluña se adoctrina contra el idioma español, pero me pregunto hasta qué punto has tenido a mano escritores de habla hispana. A mano, quiere decir fomentados.
Por lo que te conozco sé que no tienes pensamientos racistas ni mucho menos. Pero me cuesta comprender que un lector con tu sensibilidad no se sumergiera en Donoso, por ejemplo.
Tu historia lectora es rica, sin duda, también señala de manera sincera un camino bastante marcado por las promociones editoriales.
Un toque de alerta sobre el toc d'alerta. ¿Es un problema, como dice la gilada, este idioma que estamos usando?
¿Se traducen al catalán obras escritas en español? Supongo que no hace falta porque vosotros sois bilingües.
¿O hace falta?
LOS AUTORES SUDAMERICANOS SON SOLO MÍOS (así, en mayúsculas)
ResponderEliminarHola, Diego, no me he tomado mal tu comentario, al contrario, simplemente he intentado explicarme e indicar que sí leo autores africanos. Me interesa su historia, aunque llegue menos que la de otros lares.
ResponderEliminarRespecto a "adoctrinamientos" varios: confieso, y verás, que menciono pocos autores catalanes y, los que menciono, son recientes (o que han publicado recientemente). Evidentemente, no me considero anticatalán, pero sí, viendo mi historia, creo que he leído poca literatura española y catalana. Ahora he descubierto nuevos talentos catalanes, seguramente me pasará lo mismo con los españoles.
Sobre si se traducen al catalán libros escritos en español, creo que así es, aunque no sé si muchos o pocos. Para mí, es innecesario, pues los catalanes conocemos ambos idiomas, pero eso ya es decisión editorial. Y, en mi caso al menos (aunque diría que es algo generalizado) si no leo más autores españoles no es porque escriban en español o no estén traducidos. Creo que, en general, leo algo más en castellano que en catalán, pues no todo se traduce.
Y sí, cierto, mi camino viene bastante marcado por los "hypes" editoriales. Coincido totalmente. La curiosidad llama a la puerta, y a veces mata el gato haciendo que me pierda grandes obras más antiguas. Aunque hay tiempo de recuperarlas, será cuestión de buscarlo.
Saludos, y gracias por la respuesta. Siempre es bueno matizar comentarios.
Marc
PD: gracias por tener en tu lista a Hustvedt, espero no defraudarte ;-)
Ya me lo parecía, Koldo...
ResponderEliminarPero dejaré que me recomiendes alguno, aunque no me dejes reseñarlo porque ya te encargas tu (mejor que yo, por suerte)
Saludos
Marc
Por cierto, Diego, solo veo un libro de Donoso reseñado. Como creo que conoces bien mis gustos, ¿me recomiendas uno?
ResponderEliminarSaludos
Marc
Creo que todo Donoso es recomendable, pero por mencionar uno que Puma no dijo: la novelita "El lugar sin límites" es un novelón... No sé hacer reseñas pero si tuviera que escribir en una faja para una reedición en España, pondría: La novela que Almodóvar siempre quiso escribir si supiera escribir.
EliminarMéxico y Argentina son dos universos para acertar seguido.
También te voy a mencionar un libro que tengo fresco de un escritor de Puerto Rico, "Simone" de Eduardo Lalo... Seguro que te gusta por la historia en sí y tiene una yapa cerca del final que capaz que habla sobre algo parecido a lo que estamos hablando.
Y ahora que Koldo no nos ve, y ya que te has propuesto darle más espacio a escritoras, a mí me sorprendió para bien la también chilena Diamela Eltit. Date una vuelta por Periférica si te apetece.
Me siento un poco ridículo al estar recomendando libros a un colaborador de Ulad. - Que conste que me criaron las monjas- y aunque no sea lo que tú tienes curtido es seguro que la mayoría de tus compañeros te van a dar mejores recomendaciones, pero a) soy así de fantasma. b) vos pediste recomendación.
Marc, ¿un vacío en literatura española? Pero, ¿un vacío de siglos?
ResponderEliminarSi es así, tienes todo un mundo por descubrir.
Saludos
Cierto, Lupita. También de francesa, italiana... culpa de los americanos y sus best-sellers :-(
ResponderEliminarSaludos
Marc
Me ha encantado esta trayectoria vital respecto a tu vida literaria Marc... Mayor Thompson
ResponderEliminarMuchas gracias, Mayor Thompson :-)
ResponderEliminarSaludos
Marc
Vaya, vaya. Si que tienes un estilo inconfundible para escribir, Marc.
ResponderEliminarMuchas lecturas compartidas (Auster, Zweig, Richard Ford, Katzembach), algunas lecturas que sugieres y algún día llegarán (Hustvedt, Murakami, Cartarescu), otras que jamás pasarán ante mis ojos (KOK). Esto es lo maravilloso de ULAD. Diversidad, divergencia, respeto.
Gran apunte de Diego sobre la notoria ausencia de autores del hemisferio sur. Tu te los pierdes! Me abstendré de recomendarte autores argentinos, que para eso está Koldo. Pero no leer a Roa Bastos, Carpentier, José Donoso (Casa de campo y El jardin de al lado son las obras que leí de él, ambas maravillosas) o Clarice Lispector es...perderte lecturas extraordinarias!
Un placer estar en contacto contigo, as usual...
El Puma
Hola, El Puma.
ResponderEliminarViniendo de ti, tomaré esto del estilo inconfundible como algo positivo ;-)
Me alegro de las lecturas compartidas, y de que tengas anotadas algunas sugerencias (espero no defraudarte) y entiendo, a mí pesar, lo de KOK.
Tomo nota de los autores argentinos y leeré a Donoso (lo siento Koldo, no das abasto para tanto mercado y Donoso está muy poco reseñado).
Saludos, el placer es mío.
Gracias por comentar la entrada.
Marc
Pues verdad, el Marc este no reseña libros escritos en español... ni españoles ni de ningun otro país. Es curioso. Miré recién en sus reseñas de varios meses y no sale ni uno. Marc, tenés alergia al idioma en que vos escribís las reseñas...
ResponderEliminarPermitidme un pequeño inciso: Marc lee lo que le da la gana (por no decir otra cosa), igual que yo, que tú y que todo el mundo.
ResponderEliminarHola, Anónimo.
ResponderEliminarPues resulta curioso que teniendo alergia al idioma español, lea más libros en español que en ningún otro idioma y también que dejara mi blog literario (en catalán) para escribir en español en ULAD. Que no lea muchos autores españoles, no lo voy a negar (tampoco de otros países), pero que tenga alergia a un idioma que utilizo tan a menudo, y que lo utilizó además para una de mis pasiones, pues no.
Saludos
Marc
Marc, me parece fantastico que nos expliques en un articulo tan currado las lecturas de tu vida, pero me sumo a las críticas para decirte que resulta del todo imperdonable que no cites entre ellas al más grande escritor español vivo, el insigne Fernando Sánchez Dragó.
ResponderEliminarGracias, Diego, tomo nota y alguno de esos caerá. No diré que en breve, pero sí lo hará.
ResponderEliminarY no te sientas ridículo por recomendar, al contrario; en ULAD somos diez como podríais ser cualquiera de vosotros. No sabemos más ni leemos más, solo necesitamos explicarlo para sacar de dentro aquello que nos ha conmovido. Y no sabríamos ni la mitad si no fuera porque nos aconsejáis y compartís también vuestras lecturas y opiniones.
Saludos y gracias de nuevo.
Marc
Hola, Òscar.
ResponderEliminarTienes razón, lo de Sanchez Dragó es imperdonable.
;-)
Saludos
Marc
Mmm.. aprecio una laguna muy grande en literatura medieval.
ResponderEliminar¡También! ¿Alguien me presta una máquina del tiempo?
ResponderEliminar;-)
Saludos
Marc
Da igual, todo queda compensado por leer a Mafalda.
ResponderEliminarSin dura, Lupita ;-)
ResponderEliminarSaludos
Marc
No hay que confundir infligir con infringir.
ResponderEliminarcierto, ya lo he corregido.
ResponderEliminarGracias por el aviso.
Saludos
Marc
Por cierto, Diego, Puma, ya he encargado a mi librería “El lugar sin límites” de Donoso y “Simonel de Eduardo Lalo. El primer paso ya está hecho ;-‘
ResponderEliminarSaludos
Marc
Un honor que tengas en cuenta esas recomendaciones. Se puede decir que ambas son novelas cortas pero, mientras la primera mantiene los elementos tan representativos de la literatura latinoamericana del XX, la segunda delata un cambio de rumbo y está bien parada en este siglo y en estas sociedades globalizadas.
ResponderEliminarEspero te gusten y nos obsequies tus reseñas.
Aprovecho para decir, también, que lamento que mis apreciaciones hayan resultado en críticas a tu elección de autores, o idiomas. No era ese el camino que yo quería recorrer y comparto plenamente el inciso de Carlos.
Gracias por tu humildad y apertura.
Hola, Diego, habrá reseña, eso seguro.
ResponderEliminarY no te preocupes por tus comentarios, no me lo tomé a mal. Siempre estamos a tiempo de corregir tendencias y abrirnos a nuevos mundos.
Saludos y gracias por las recomendaciones.
Marc
Bueno, vuelvo al tema, que veo que los comentarios siguen en marcha.
ResponderEliminarLo de Murakami es curioso: me leí casi sin respirar dos o tres libros de él seguidos, y mientras los leía me tenían tan absorbida... pero al terminarlos me quedó un regusto a decepción que se ha ido acentuando con los años. En esa época leí también otros japoneses me que han dejado mejores recuerdos, como Oé, Mishima, y sobre todo el maravilloso Kawabata.
En fin.
Con Auster me pasa algo distinto: ni siquiera he sido capaz de leer más de diez páginas de ninguna novela suya. Lo he intentado repetidamente a lo largo de los últimos 25 años, pero no hay manera...
Vaya, espero que mi comentario sea recibido como lo que quiere ser: una aportación cariñosa a este blog que leo desde hace tiempo con interés pero desde una actitud pasiva, y que me estoy animando a cambiar por otro un poco más participativa, que veo que hay muy buen rollo en los comentarios.
Ah, y me apunto yo también a Sánchez Dragó, que no lo conocía.
Un saludo.
Hola, Yai. Entiendo lo de Murakami, yo también devoré muchos de sus libros de manera seguida y luego tuve un paró porque me parecían similares. Aún así, el universo que plantea en sus libros es fácilmente reconocible y cuando coges un libro suyo sabes qué puedes esperar (para bien o para mal). Es un lugar en el que uno se siente confortable (si te gusta, claro).
ResponderEliminarRespecto a Auster, lo que solemos decir... para gustos los colores. Pero sí no gusta, pues no gusta, no hace falta insistir ya que hay demasiados libros como para perder el tiempo en los que no nos enganchan.
Y por supuesto que tu comentario lo tomamos en positivo, siempre nos gustan los comentarios respetuosos y que aportan elementos a la discusión y contraste.
Y celebro que nos sigas y que te animes a comentar, ya verás que aquí somos prácticamente una familia y que en el fondo, con las diferencias que tenemos respecto a gustos, compartimos algo entre todos: la afición por la lectura y por querer conocer libros y autores que puedan interesarnos. Todos aprendemos de todos.
Saludos
Marc
Marc,
ResponderEliminarMe ha encantado esto. Llegué aquí porque estoy por comenzar con Todo cuanto amé de Siri Hustvedt y quería la opinión uladiana. Yo también era un consumidor de cómics de niño; recuerdo con especial cariño a Mafalda y a Calvin y Hobbes. La conjura de los necios es el libro que más me ha hecho reír en la vida y aún sigo con curiosidad por leer a Mendoza.
¡No sabía que no te inclinabas mucho por la literatura sudamericana! Si alguna vez te animas a darle otro chance, te podemos recomendar algo entre Koldo y yo, que hay bastante cosa interesante. ;)
Un abrazo desde Ecuador,
Roberto Sebastián
Hola, Sebastián.
ResponderEliminar¡Me alegro de que te haya gustado! Y claro, ¡los cómics de Mafalda... cómo no! A Calvin y Hobbes llegué ya de mayor, pero también pasé buenos ratos con ellos. Respecto a "La conjura de los necios", poco más que añadir, pero sí deberías probar a Mendoza y su "Sin noticias de Gurb". Creo que nunca he reído tanto con un libro como con ese.
Sobre la literatura sudamericana, es cierto, tengo lagunas ahí, aunque intentaré enmendarlo porque me consta y sé que hay muy buenos autores.
Y ya, para terminar, que no esté un librazo como "Todo cuanto amé" en ULAD supone un vacío muy grande. Estoy a la espera de ver si alguno de mis compañeros (aka Koldo) se atreve con ello. En caso contrario, tocará hacer relectura y escribir la reseña. Seguro que lo volvería a disfrutar :-)
Saludos, y gracias por el comentario.
Marc