Título original: Soumission
Año de publicación: 2015
Traducción: Joan Riambau
Valoración: imprescindible
Adoro, entre otras libertades, la de los blogs. Esa bendita cosa que me permite escribir párrafos y párrafos sobre una novela sin tan siquiera saber cuándo acabará en mis manos. Revelando no solamente mis filias y mis fobias, sino hasta algunas inexplicables manías. Puedo escribir sobre mis primeras sensaciones previas: desde la frustrante de haber descargado la versión en francés, haberla pasado por el traductor de Google y no entender nada, hasta la reconfortante de tomar esa misma edición en las manos y comprobar que es austera, sobria hasta parecer el prospecto de un medicamento.
Puedo opinar sobre el itinerario de Houellebecq desde que publicó El mapa y el territorio, con desapariciones, reaparición con una estética más cercana a un clóchard que a un escritor de éxito, su participación en un documental, hasta que, zas, en plena promoción de lanzamiento de esta novela que nos ocupa, ocurre lo de Charlie Hebdo, y el escritor, amigo personal de alguna de las víctimas, corta la promoción, la corta a lo bruto, sumiéndose en una especie de silencio funerario que, entendemos, rompen, de algún modo, detalles como el de adelantar varios meses el calendario inicial de publicación en español y, uy, por unos días, no llegar a las mesas de Sant Jordi de donde, supongo, hubiera volado, literalmente.
O podría juzgar apenas veinte páginas iniciales filtradas con agudo sentido comercial, y empezar a intuir que, aunque la crítica ya había adelantado algunas opiniones negativas, quite, Houellebecq es mucho Houellebecq como para fiarse de unas opiniones que, al menos ahora, comprendemos sean extremas en un sentido u otro, por tratarse de quien se trata, por esa historia basada en un brillante planteamiento; el acceso al poder de un partido islamista en Francia. Fuerte empezamos, Michel, premonitorio en un mundo donde las mayorías tradicionales parecen abocadas a desmoronarse (o perder peso), da fuerte por dar primero: una Francia con la sharia al acecho y una Francia con las universidades de prestigio acaparadas por el poder islamista, gracias a la sustanciosa inyección económica de algún reino de la Península Arábiga.
Pero entiendo que algunos de quienes han calificado Sumisión como la novela más floja de Houellebecq lo hayan hecho asustados ante lo posible de sus planteamientos. Aunque no sé qué puede tener que ver una cosa con la otra. También podrían asirse a esa letanía de vincular todos los libros del francés a una especie de esquema común, siempre partiendo del varón de mediana edad que está de vuelta de todo. Miren, razones para descalificar un libro, si uno las busca, las encuentra. Yo podría quejarme, por ejemplo, de que una centena más de páginas en su desarrollo final no hubieran ido nada mal para acercar el libro al gran público, para hacerlo más polémico, para abrir más debates, para concretar más todo lo que el final, algo abrupto, deja abierto.
Ah. Me olvidaba. Para los astronautas, un intento de sinopsis.
François, entre los 40 y los 45, es profesor universitario, especialista en Huysmans, escritor francés crítico con el mundo que protagonizó una conversión del ateísmo al catolicismo a una avanzada edad. Soltero, tras varias relaciones que detalla con frialdad, tiene una amante estable, Myriam, estudiante judía de unos 20 años a la que considera, en una curiosa reflexión, la cumbre de su vida amorosa y sexual. Pero es 2022 y Francia está convulsa: los partidos tradicionales, socialista y conservador, que llevan décadas alternándose cómodamente en el poder, ven cómo se avecina un armageddon particular donde la segunda ronda de las elecciones presidenciales no contará con ninguno de ellos como contendiente: la cosa se dilucidará entre el Front National de Marine LePen y un recién inaugurado partido islamista moderado. En un ejercicio de patético aferramiento a la última posibilidad de mantener alguna cuota de poder, socialistas y conservadores apoyan a los islamistas que, capitaneados por Mohammed Ben Abbes (carismático líder al que no dudan en dar coba) solo se muestran inflexibles en una cuestión en cuanto a las parcelas de poder que quieren preservar: controlar el sistema educativo.
La progresiva implantación, lenta pero implacable, de la islamización, empieza a afectar a todos los ámbitos de la vida. Las tiendas de ropa sexy desaparecen, los judíos franceses (Myriam entre ellos) abandonan el país rumbo a Israel. Las mujeres abandonan sus puestos de trabajo y vuelven a ser sólo amas de casa. Los profesores afines de la Universidad Islámica París-Sorbona-3 ven sus sueldos triplicados. Se permite la poligamia. No es tan extraño que en este magma, afloren los conversos, sí, señores de apellidos franceses que decoran sus domicilios con versículos del Corán y se desposan con adolescentes designadas cuando no elegidas.
François es invitado a pre-jubilarse con magníficas condiciones económicas, tras lo cual, presa del miedo, se lanza a una especie de huida hacia el Sur, en la cual su sensación de soledad y desamparo se agudiza. Pendiente de la gasolina y de la conexión a Internet, François intenta encontrar un sentido a su existencia, sin trabajo, sin relación sentimental, con dinero. En el fondo, Sumisión habla de la soledad del hombre moderno. Al estilo Houellebecq, claro, porque aquí no faltan ni las escenas de sexo explícito, ni menciones a Nietzsche, ni opiniones de esas que ponen al francés en la picota del público más acomodaticio. Porque Houellebecq ya no se conforma con dar testimonio del presente de la civilización occidental. Ahora ya especula sobre su futuro.
En Sumisión, Houellebecq marca más distancias que nunca con su protagonista. Les separan casi dos décadas de edad y François, parece, mantiene alguna esperanza. Houellebecq se queja, entre líneas, de lo que François decide, toma partido con claridad y por eso se le ha criticado, porque esta es la novela más política de Houellebecq, la más cargada y osada en lo social, y porque, a diferencia de otras, no se conforma con quejarse de dónde venimos, sino de a dónde cree que vamos; hasta nos sugiere a qué velocidad y en base a qué perversos mecanismos de matemática demográfica. Vamos, por cierto, no solo los franceses. Todos. A Houellebecq, por Sumisión, se le ha acusado de hacerle el juego a la extrema derecha y de instaurar un sentido del alarmismo a lo cual, claro, lo de Charlie Hebdo no ha hecho más que añadir leña. Sí: ha sido acusado de eso por críticos de todo el mundo, tras cuyos intereses editoriales o empresariales, puede, haya alguno de esos petrodólares.
Pero yo no considero leer esta novela como algo imprescindible porque otros la ataquen. No es una reacción. Leer Sumisión es necesario porque está magníficamente escrito y porque su temática no puede ser más contemporánea. Ya puestos, porque no son muchos, y menos recientemente, los libros que remueven la conciencia e invitan a la reflexión. Cosa que habría que exigir más a menudo.
Ahora bien, puedo estar equivocado y que sean quienes lo atacan quienes tengan la razón. Así que zurren a este hombre por su atrevimiento y por poner esa prosa, otra vez aquí brillante y lúcida como pocos pueden conseguir, al servicio del escenario del miedo atávico a la pérdida de las libertades, de la polémica que genera discusiones encendidas. Denle candela, sin miedo: no es más que un hombrecillo cercano a la tercera edad, un fumador empedernido con aspecto frágil y malcarado al que debemos postergar al rincón de los quejicas. Un tipo que, por cierto, está amenazado, hace años, y ya va acompañado por escoltas. Sigamos con nuestro mundo de abrazos fraternales y celebraciones conjuntas, como si nada pudiera pasar, tan contentos y tan felices, conscientes de que la diversidad es algo a lo que no hay que poner límites ni cortapisas. Ni hablar. Nuestros amigos, los integristas: si estamos aceptando su dinero, las inversiones de sus empresas y sus fondos soberanos, pasta para que sus clubes de fútbol fichen a grandes estrellas, si no hemos puesto pegas hasta ahora, pues que lo empaqueten todo y que hagan, ya, efectiva esa reconquista. Del todo. Claro que sí. No leamos al pirado este, leches. Qué aspecto más enajenado. No hace más que ponernos nerviosos. Encendamos la tele, narices, a ver a quién decapitan esta semana.
De Houellebecq en UnLibroAlDía: Aquí
Puedo opinar sobre el itinerario de Houellebecq desde que publicó El mapa y el territorio, con desapariciones, reaparición con una estética más cercana a un clóchard que a un escritor de éxito, su participación en un documental, hasta que, zas, en plena promoción de lanzamiento de esta novela que nos ocupa, ocurre lo de Charlie Hebdo, y el escritor, amigo personal de alguna de las víctimas, corta la promoción, la corta a lo bruto, sumiéndose en una especie de silencio funerario que, entendemos, rompen, de algún modo, detalles como el de adelantar varios meses el calendario inicial de publicación en español y, uy, por unos días, no llegar a las mesas de Sant Jordi de donde, supongo, hubiera volado, literalmente.
O podría juzgar apenas veinte páginas iniciales filtradas con agudo sentido comercial, y empezar a intuir que, aunque la crítica ya había adelantado algunas opiniones negativas, quite, Houellebecq es mucho Houellebecq como para fiarse de unas opiniones que, al menos ahora, comprendemos sean extremas en un sentido u otro, por tratarse de quien se trata, por esa historia basada en un brillante planteamiento; el acceso al poder de un partido islamista en Francia. Fuerte empezamos, Michel, premonitorio en un mundo donde las mayorías tradicionales parecen abocadas a desmoronarse (o perder peso), da fuerte por dar primero: una Francia con la sharia al acecho y una Francia con las universidades de prestigio acaparadas por el poder islamista, gracias a la sustanciosa inyección económica de algún reino de la Península Arábiga.
Pero entiendo que algunos de quienes han calificado Sumisión como la novela más floja de Houellebecq lo hayan hecho asustados ante lo posible de sus planteamientos. Aunque no sé qué puede tener que ver una cosa con la otra. También podrían asirse a esa letanía de vincular todos los libros del francés a una especie de esquema común, siempre partiendo del varón de mediana edad que está de vuelta de todo. Miren, razones para descalificar un libro, si uno las busca, las encuentra. Yo podría quejarme, por ejemplo, de que una centena más de páginas en su desarrollo final no hubieran ido nada mal para acercar el libro al gran público, para hacerlo más polémico, para abrir más debates, para concretar más todo lo que el final, algo abrupto, deja abierto.
Ah. Me olvidaba. Para los astronautas, un intento de sinopsis.
François, entre los 40 y los 45, es profesor universitario, especialista en Huysmans, escritor francés crítico con el mundo que protagonizó una conversión del ateísmo al catolicismo a una avanzada edad. Soltero, tras varias relaciones que detalla con frialdad, tiene una amante estable, Myriam, estudiante judía de unos 20 años a la que considera, en una curiosa reflexión, la cumbre de su vida amorosa y sexual. Pero es 2022 y Francia está convulsa: los partidos tradicionales, socialista y conservador, que llevan décadas alternándose cómodamente en el poder, ven cómo se avecina un armageddon particular donde la segunda ronda de las elecciones presidenciales no contará con ninguno de ellos como contendiente: la cosa se dilucidará entre el Front National de Marine LePen y un recién inaugurado partido islamista moderado. En un ejercicio de patético aferramiento a la última posibilidad de mantener alguna cuota de poder, socialistas y conservadores apoyan a los islamistas que, capitaneados por Mohammed Ben Abbes (carismático líder al que no dudan en dar coba) solo se muestran inflexibles en una cuestión en cuanto a las parcelas de poder que quieren preservar: controlar el sistema educativo.
La progresiva implantación, lenta pero implacable, de la islamización, empieza a afectar a todos los ámbitos de la vida. Las tiendas de ropa sexy desaparecen, los judíos franceses (Myriam entre ellos) abandonan el país rumbo a Israel. Las mujeres abandonan sus puestos de trabajo y vuelven a ser sólo amas de casa. Los profesores afines de la Universidad Islámica París-Sorbona-3 ven sus sueldos triplicados. Se permite la poligamia. No es tan extraño que en este magma, afloren los conversos, sí, señores de apellidos franceses que decoran sus domicilios con versículos del Corán y se desposan con adolescentes designadas cuando no elegidas.
François es invitado a pre-jubilarse con magníficas condiciones económicas, tras lo cual, presa del miedo, se lanza a una especie de huida hacia el Sur, en la cual su sensación de soledad y desamparo se agudiza. Pendiente de la gasolina y de la conexión a Internet, François intenta encontrar un sentido a su existencia, sin trabajo, sin relación sentimental, con dinero. En el fondo, Sumisión habla de la soledad del hombre moderno. Al estilo Houellebecq, claro, porque aquí no faltan ni las escenas de sexo explícito, ni menciones a Nietzsche, ni opiniones de esas que ponen al francés en la picota del público más acomodaticio. Porque Houellebecq ya no se conforma con dar testimonio del presente de la civilización occidental. Ahora ya especula sobre su futuro.
En Sumisión, Houellebecq marca más distancias que nunca con su protagonista. Les separan casi dos décadas de edad y François, parece, mantiene alguna esperanza. Houellebecq se queja, entre líneas, de lo que François decide, toma partido con claridad y por eso se le ha criticado, porque esta es la novela más política de Houellebecq, la más cargada y osada en lo social, y porque, a diferencia de otras, no se conforma con quejarse de dónde venimos, sino de a dónde cree que vamos; hasta nos sugiere a qué velocidad y en base a qué perversos mecanismos de matemática demográfica. Vamos, por cierto, no solo los franceses. Todos. A Houellebecq, por Sumisión, se le ha acusado de hacerle el juego a la extrema derecha y de instaurar un sentido del alarmismo a lo cual, claro, lo de Charlie Hebdo no ha hecho más que añadir leña. Sí: ha sido acusado de eso por críticos de todo el mundo, tras cuyos intereses editoriales o empresariales, puede, haya alguno de esos petrodólares.
Pero yo no considero leer esta novela como algo imprescindible porque otros la ataquen. No es una reacción. Leer Sumisión es necesario porque está magníficamente escrito y porque su temática no puede ser más contemporánea. Ya puestos, porque no son muchos, y menos recientemente, los libros que remueven la conciencia e invitan a la reflexión. Cosa que habría que exigir más a menudo.
Ahora bien, puedo estar equivocado y que sean quienes lo atacan quienes tengan la razón. Así que zurren a este hombre por su atrevimiento y por poner esa prosa, otra vez aquí brillante y lúcida como pocos pueden conseguir, al servicio del escenario del miedo atávico a la pérdida de las libertades, de la polémica que genera discusiones encendidas. Denle candela, sin miedo: no es más que un hombrecillo cercano a la tercera edad, un fumador empedernido con aspecto frágil y malcarado al que debemos postergar al rincón de los quejicas. Un tipo que, por cierto, está amenazado, hace años, y ya va acompañado por escoltas. Sigamos con nuestro mundo de abrazos fraternales y celebraciones conjuntas, como si nada pudiera pasar, tan contentos y tan felices, conscientes de que la diversidad es algo a lo que no hay que poner límites ni cortapisas. Ni hablar. Nuestros amigos, los integristas: si estamos aceptando su dinero, las inversiones de sus empresas y sus fondos soberanos, pasta para que sus clubes de fútbol fichen a grandes estrellas, si no hemos puesto pegas hasta ahora, pues que lo empaqueten todo y que hagan, ya, efectiva esa reconquista. Del todo. Claro que sí. No leamos al pirado este, leches. Qué aspecto más enajenado. No hace más que ponernos nerviosos. Encendamos la tele, narices, a ver a quién decapitan esta semana.
De Houellebecq en UnLibroAlDía: Aquí
Reseña encendia, sí señor. ¿Una visión este libro? En unos años lo sabremos.
ResponderEliminarEntraba, además, para que veas la diferencia entre tu reseña y la que aparece en otro blog que me encanta:
http://www.elsindromechejov.com/sumision-de-michel-houellebecq-un-fracaso-profetico/
¿Cómo puede ser tan fascinante la literatura?
Pues sí es fascinante la literatura, desde luego. Porque me encanta la reseña que me has adjuntado y suscribiría muchos de sus párrafos. Pero creo que Houellebecq sale bien parado de esa trampa en la que se mete: la omisión de la respuesta de las mujeres es una ayuda para el desarrollo de la historia. La cosa no tiene porqué suceder ni porqué suceder justo así.
EliminarCuándo se publica en España?
ResponderEliminarEn un principio, la fecha oficial es mañana, pero conseguí sin problema que me lo vendieran el sábado, en Barcelona.
Eliminarhoy acabo de presenciar su llegada a la librería Taifa del barrio de Gracia de Barcelona.
ResponderEliminarle daremos un tiempo, después de acabar con los libros que han caído para Sant Jordi que son unos cuantos
Muy buena tu reseña. Tengo muchas ganas de leer este libro. El autor me gusta mucho. Voces así se necesitan para que lo remuevan todo y no dejen piedra sobre piedra.
ResponderEliminarSi te apetece pásate por mi blog. Es de literatura y cine y solo tiene seis meses de vida. Espero que te guste.
Me olvidé de poner la dirección de mi blog
ResponderEliminarelblogdelafabula.blogspot.com.es
ResponderEliminarEn diciembre de 2014 se publicó en España una novela (titulada "El largo invierno chino", de Carlos Palacios) en la que se trataba un argumento casi idéntico: la progresiva invasión que la sociedad y la cultura china están efectuando en Europa, con la consiguiente perdida de derechos laborales, la implantación de un capitalismo salvaje etc etc... Obviamente, como fue publicada por una editorial pequeña no tuvo apenas repercusión, pero es una novela distópica bastante curiosa e interesante que me ha venido a la cabeza leyendo el argumento de "Sumisión", por si a alguien le interesa.
Leí Las partículas elementales y me dejó un poco frío. ?cual sería su mejor libro?
ResponderEliminarGracias
Gracias a todos por los comentarios.
ResponderEliminarRespecto al libro de Palacios, supongo que, a pesar de las esporádicas ejecuciones y el don de la ubicuidad que les concede su peso demográfico, no vemos una amenaza en los chinos como la estamos viendo, por lo de Al Qaeda o ISIS, en el integrismo musulmán. Ahora bien, a saber.
Y mi libro favorito de Houellebecq es, de momento, <a href="http://unlibroaldia.blogspot.com/2012/11/michel-houellebecq-plataforma.html>Plataforma</a>, pero tengo pendientes algunas relecturas.
El libro no es ni siquiera una crítica al Islam. Más al contrario, sale bastaten bien parado. Hay que entender que un tipo como Houellebecq probablemente no vaya a molestarse en escribir para predecir un futuro peor. Probablemente, porque él piensa que ya vivimos en un mundo bastante patético. Al libro se le puede achacar que no profundize en algunos temas, como alguien ha apuntado, como por ejemplo la reacción de la mujer. Por eso mismo, el libro está bastante exento de polémica. Se limita a especular con la posibilidad del llenado del vacío en la vida del hombre a partir de una religión. Sustituir un amo por otro. Del cristianismo, a un breve y triste período de libertad, y de ahí al islamismo.
ResponderEliminarPues Alex, lo has expresado a la perfección. El Islam es solo un nuevo entorno al que adaptarse y en el que el profesor acaba encontrándose cómodo, en una fría valoración de pros y contras. Entonces, vuelvo a insistir en el tema. Cuán genial es Houellebecq que consigue esta reflexión y consigue plantarnos esta posibilidad sobre la mesa, y consigue que, detrás de lo que es una novela, surja la especulación y la polémica y la diversidad de opiniones. No sé si algún día recibirá o no el Nobel, pero madre, qué tipo agudo e inteligente.
ResponderEliminarMuy buena reseña. Poco que añadir pues es un libro visionario y que, por eso mismo, da miedo. El paralelismo con el colaboracionismo francés en la II G.M. tampoco debe olvidarse.
ResponderEliminarPues muchas gracias, tanto por el comentario como por esa apreciación. Vaya: puede que hasta el desplazamiento el coche del protagonista hacia el Sur parezca apuntalar un poco esa posibilidad. Muy valiosa tu observación.
ResponderEliminarComo ya el personal ha apuntado bien, dudo que la mujer occidental se conformara (y son el cincuenta por ciento del voto y de la población), la mía al menos no, si la conoceré bien… Precisamente el talón de Aquiles del fundamentalismo islámico son sus mujeres, porque los fundamentalistas saben y temen (creen que ellas son motivo de tentación y pecado) que, más temprano que tarde, serán ellas las que derroten su singularidad y privilegio. Les quedan dos telediarios.
ResponderEliminarOtro error de bulto de la novela: Los cosmólogos y astrónomos estudian las teorías y leyes del universo, pero, desde ya hace mucho, huyen como de la peste de unir ciencia y fe, porque ha sido motivo histórico de grandes meteduras de pata y de siglos de estancamiento. ¿Acaso Houellebecq no lee a Stephen Hawking?
¿Os imagináis dentro de cien años a fundamentalistas islámicos o creacionistas evangélicos predicando chorradas ante las puertas de tannhäuser a un puñado de robots?
La verdad es que el libro deja una sensación extraña, casi parece que busca provocar pero sin llegar a explorar en detalle el escenario que crea. Desde esa óptica, no me parece una obra genial, aunque sí valiente. Es pesimista y machista, deja en mal lugar a sus colegas del mismo sexo, y no considera el papel de la mujer. Pero sin duda tampoco lo pretende, busca otra cosa. No es gran literatura, pero sin duda hay que leerlo para estar en el mundo, es una visión que se agradece pues mueve a la reflexión.
ResponderEliminarRespecto lo de la Puerta de Tanhauser del anterior comentario, quizá haya que preguntasre por qué disparaban rayos C en la oscuridad por aquella zona, quizá sí haya fundamentalistas radicales intentando convencer a robots...
Opiniones que pueden decantarse en un sentido u otro, ¿no encontráis fascinante el debate que Houellebecq provoca con su planteamiento? Y os recuerdo que Le Pen ha ganado en Francia... Gracias por los comentarios.
EliminarBien, finalmente Sumisión fue mi primera lectura de 2016.
ResponderEliminarY me ha parecido una pequeña joya. Yo quedé satisfecho con sus 180 páginas, np preciso más.
Como han dicho otros foristas, es un libro que principalmente trata sobre la soledad de cierto hombre moderno, occidental y judeocristiano, en mi modestísima opinión. Si le dedica poco tiempo a la reacción de las mujeres, tal vez no sea casual. Más bien premeditado.
Me costó un poco seguir las disquisiciones del protagonista sobre Huysmans porque no tenía la menor idea de quién era este buen hombre. Por el contrario, el conocer la región del Perigord me hizo difrutar mucho ese tramo del libro. Principalmente su estancia en la maravillosa Rocamadour y las visitas a la capilla de la Virgen Negra, que tuve la fortuna de visitar junto con mi esposa (Nota del Autor: esta virgen es famosa por sus milagros asociados a la fertilidad: nosotros teníamos dificultades para lograr un embarazo y mi esposa, creyente, fue a rezar por ello).
En resumen: me gustó muchísimo Sumisión, y la reseña de Francesc es excelente.
Pues muchísimas gracias, Puma. Supongo que su rabiosa actualidad ha contribuido a su omnipresencia entre las listas de mejores libros del 2015. Bueno, no voy a insistir más, que ya me vais conociendo.
ResponderEliminarA mi me pasó lo mismo con la edición en Francés. Pero reconozco que es un libro algo tedioso al comienzo pero que se va tornando entretenido a pesar de lo repetitivo.
ResponderEliminarLa apatía del pueblo francés, el silencio de los medios y la mediocridad política son el eje de sus críticas.
Uno pensaría que el libro es alguna irónica visión de la religión islámica, pero el tema religioso es lo de menos. Además el autor ha tratado estos conceptos de religión, en forma general en novelas previas (cómo en La posibilidad de una Isla). No es un libro sobre el islam sino sobre la sumisión de las masas al poder y el fanatismo.
Hay cosas que da por sentado, no sólo de esa Francia hipotética sino también del conocimiento que el lector tendrá de su obra.
Todo el libro es la aplicación teórica a un ejemplo de política local de la lógica social que desarrolla a lo largo de todos sus libros.
Gracias por el comentario. Houellebecq es particularmente crítico con el anquilosamiento de la sociedad francesa. Envejecida, conservadora, la muestra como un monolito inmóvil incapaz de oponerse al dinamismo de la nueva juventud que la avasalla.
ResponderEliminarLo ataqué con muchas ganas pero me ha sabido a poco. Creo que explota poco las posibilidades de la trama y en mi opinión aburre con las digresiones sobre Huysmans. Considero mucho más trepidante "La conjura contra América", de Philip Roth, distopía relativa a una victoria en las elecciones presidenciales de un candidato pronazi (Lindbergh) en los EEUU en los albores de la II GM.
ResponderEliminarEn cualquier caso, muy recomendable, más que nada por los tiempos que corren...
Felicidades por la entrada, me ha gustado mucho. No soy lo que se dice un lector voraz, pero de Houellebecq me lo he leído todo. Me encantan sus ideas y análisis sobre la sociedad contemporánea. He intentado otros autores, pero no he tenido suerte. Alguien me podría recomendar algo en la línea de este autor?
ResponderEliminarMuchas gracias y saludos.
Muchas gracias por la reseña. Los miedos, reales o imaginados, son la clave de toda sumisión que los dirigentes (no me animo a llamarlos líderes), resaltan y exaltan para proponerse a sí mismos y/o dogmas y/o a sus ideas, como los protectores y salvadores ante los peligros. Religiones, Políticos, Empresarios, Militares, Periodistas, Sindicalistas y toda laya de dirigentes sociales, recurren a esa metodología para someter. Saludos.
ResponderEliminarBuenas: gracias por los comentarios y perdón porque ciertos problemas técnicos (discos duros vitales que se niegan a funcionar) me hagan tener los comentarios un poco abandonados. Ojalá (porque salgo corriendo cuando anuncian alguien como
ResponderEliminar"el nuevo Houellebecq") pudiera recomendar alguien con la misma convicción y "garantía". Hoy por hoy, imposible.
Cuales son tus Houellebecqs favoritos? En que orden? Un saludo
ResponderEliminarNadie?
ResponderEliminarHola! Ten en cuenta que quienes gestionamos este mail tenemos actividades profesionales al margen de esta afición. Tres grupos dentro de que todas son muy notables.
EliminarTop: Plataforma, Sumisión
Casi top: El mapa y el territorio, Contra el mundo contra la vida, Intervenciones, Ampliación del campo de batalla
No top (pero top del 98 por ciento de todos los demás escritores)
Las partículas elementales, La posibilidad de una isla, Lanzarote
Gracias por el comentario.
"Identidades Asesinas" de Amin Maalouf sí que es un libro que invita a la reflexión. "Sumisión" fue claramente mi decepción de 2016.
ResponderEliminar1. No cabe duda de que Houllebeq es un excelente prosista. El libro tiene en este aspecto momentos brillantes. Es sin duda, un placer para los amantes de la literatura. El argumento es de una gran originalidad, y aunque bastante improbable en términos políticos y sobre todo culturales, la novela lo desarrolla de una manera bastante creíble
ResponderEliminar2. Desde el punto de vista digamos, filosófico, es indudable que esto no es lo suyo. Uno de los atractivos del género distópico es suscitar reflexiones que lleguen a la profundidad de las cosas, a ese límite sobre qué es el individuo, que es la sociedad y cuales pueden ser sus caminos futuros. En este sentido, las pueriles conversaciones entre François y el rector de la Sorbona sobre el islamismo, Dios y la espiritualidad podrían haberse evitado perfectamente. No sé si en algun momento intenta evocar el magnifico diálogo entre Mustafá Mond y El Salvaje con el que Aldous Huxley cierra su impresionante "Un mundo feliz". Desde luego, la sucesión de tópicos y los cuñadiles lugares comunes de la conversación son impropios de dos profesores universitarios.
3) Es extremadamente molesto, (ya me sucedió con "Las partículas elementales") la continua descripción física de TODOS los personajes femeninos en términos de utilidad sexual. Aunque ello no empaña la gran calidad de sus escritura, sí la siembra de molestas piedras en las que vas tropezando continuamente.
Hola, Francesc:
ResponderEliminarAparte de todo lo dicho por ti y en los comentarios, añado que el libro adopta además la evolución vital y literaria de Huysmans haciendo un paralelismo con François. El tono naturalista del libro (expresar la realidad hasta en lo desagradable) evoluciona al decadentismo y acaba en una conversión religiosa. La diferencia está en que Huysmans sí era religioso, mientras que François sólo accede a la conversión por las ventajas que adquiere.
Es un libro profundamente amoral, desligado de toda ética y donde la soledad del hombre moderno, guiado por el ansia del placer y el confort, le hace vulnerable a cualquier ideología que le resuelva su vida y la haga cómoda.
Es un libro machista y misógino, que apesta a alcohol y a tabaco, que no hace concesiones a nadie, y que es sincero.La distopía posible que plantea, basada en el regreso a occidente de las ventajas que plantea el patriarcado a los hombres, no deja de ser una posibilidad.
Hace poco asistí a una charla de la catalana Najat El Hachmi sobre su libro "Siempre han hablado por nosotras"Esta escritora, de origen marroquí, habla de cómo ve con asombro cómo las mujeres jóvenes musulmanas, con unos discursos religiosos muy elaborados por bandera, y con el relativismo cultural como aliado, están retrocediendo en sus derechos, involucionando a la sumisión al hombre más rancia. Eso está pasando en nuestros países, donde las propias chicas musulmanas tienen que demostrar en sus cerradas comunidades que sienten el islam más que nadie. Doy clases de castellano y tengo alumnas musulmanas: 4 llevan pañuelo, y 2 no. Las miradas entre ellas a veces me hacen estremecer.
Saludos