viernes, 28 de febrero de 2014

Atiq Rahimi: La piedra de la paciencia (Sangue sabur)

Idioma original: francés
Año de publicación: 2008
Título original: Syngué sabour. Pierre de patience.
Traducción: Elena García-Aranda
Valoración: recomendable

Choca, como mínimo, que todo un premio Goncourt de 2008 recayera en una novela afgana de un escritor afgano. Escrita en francés, claro, y que ello no sea interpretado en el mal sentido. pero de temática bien alejada de Francia. Como para derrumbar la fama de chauvinismo, y de paso certificar la condición de país de acogida, de paradigma de la mezcla y la multiculturalidad.
La piedra de la paciencia es prácticamente un monólogo ubicado en el escenario de una habitación. Una mujer cuida de su marido, postrado inconsciente con una bala alojada en la  nuca. Nada se nos presenta de forma abierta, pero las palabras que le dirige nos van aportando pistas de cómo se ha llegado a esa situación. Un país en guerra, tiroteos, integrismo, un mulá que visita con frecuencia el domicilio y que enfatiza a la mujer la importancia de sus cuidados y oraciones hacia su marido.
Y la reflexión de la mujer fluye, cargada de misticismo, y conforme avanza, la sumisión deja paso a la rebeldía, a la disconformidad con el papel que le es reservado por su género dentro de esa sociedad (entendemos, Afganistán en cualquier punto entre la invasión rusa y la norteamericana), de manera que, en esa progresión, en esa figura catártica que es la mujer dirigiéndose al cuerpo inerte de su marido, apreciamos desde cómo la guerra sacude, por dentro y por fuera, a los civiles, hasta cómo la interpretación perversa de la religión condena con más desdicha a quien ya es fruto de una desgracia.
Literatura social y de denuncia, está claro que Rahimi, nacido en Kabul pero con asilo político en Francia desde su juventud, conoce de primera mano situaciones como la de esta esposa de la que no conocemos el nombre. Lejos de redactar un panfleto que sería ya muy previsible, el autor apela a un lirismo emocionado pero carnal, nos sitúa en la piel de esa mujer doblemente cautiva, en esa ausente presencia de un marido al que pasa de venerar a engañar (empujada por una serie de circunstancias que nos parecerían hasta grotescas de no ser reales), en esa enorme presión social y religiosa tan asfixiante, en un entorno hostil, oscuro, turbio, donde la violencia en todas sus intensidades gravita por doquier.
Una buena novela, quizás no una temática en exceso original para los tiempos que corren (especialmente, desde los tiempos de los talibanes y el 11-S), pero un testimonio de primera mano que resulta muy interesante. ¿Como para ganar un premio como el Goncourt? Bueno; Houellebecq no va a presentarse todos los años.

jueves, 27 de febrero de 2014

Colaboración: Hijo de Jesús de Denis Johnson

Idioma original: inglés
Título Original: Jesus' Son 
Año de publicación: 1992
Valoración: Está bien.

En un nuevo intento de Mondadori por publicar escritores de calidad con cierto aura underground, se nos presenta a Denis Johnson, ganador del National Book Award con una novela posterior (Tree of Smoke, 2007) a Hijo de Jesús, la obra que nos ocupa aquí. Los cuentos que completan Hijo de Jesús tratan en su mayoría de drogas, alcohol y personas sin capacidad de llevar su vida por la senda adecuada. Mención aparte merece el entorno, unas ciudades retratadas en su brutalidad alienadora: hoteles, moteles, autobuses, trenes, bares y tugurios de yonkis.

La obra da pie a reflexionar sobre el recorrido del realismo sucio, que considero interesante pero prevalece en mí la sensación de que es una estética limitada, que la melancolía que se desprende del conocimiento de que uno lleva su vida hacia el vacío es el tope al que puede llegar a aspirar el mencionado estilo. Respecto a la escritura de Johnson hay que destacar que dentro del realismo sucio no es un narrador que se centre en lo escatológico; sino en retratar, no sin cierta tristeza, la decadencia que emana de la autodestrucción. Se adivina en sus cuentos un intento por trascender la violencia de la situación de sus personajes mediante el desarrollo sus narraciones hacia lo lírico. De lo cual se puede interpretar cierta voluntad redentora: sabiendo que no puede salvar a sus personajes de los bucles autodestructivos en los que se encuentran opta por trasladar el perdón al plano estético. Este movimiento se da hacia el final de los textos, una vez sabemos que los personajes están condenados. Por mucho que esa estética no indique una mejora, el viraje hacia formas poéticas indica la posibilidad de cierta belleza; ser flores en la basura es la única gracia a lo que los personajes de Johnson pueden aspirar.

Curiosamente, a medida que escribo esto, me voy dando cuenta de que tal vez por esa voluntad de Johnson de dar a sus personajes la única redención que él puede otorgar Hijo de Jesús merece ser leída:
"Nurse," I sobbed. She poured doubles like an angel, right up to the lip of a cocktail glass, no measuring. "You have a lovely pitching arm." You had to go down to them like a hummingbird over a blossom. I saw her much later, not too many years ago, and when I smiled she seemed to believe I was making advances. But it was only that I remembered. I'll never forget you. Your husband will beat you with an extension cord and the bus will pull away leaving you standing there in tears, but you were my mother.

También de Denis Johnson en ULAD: Sueños de trenes 
 Firmado: Paulo Kortazar.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Elena Garro: Los recuerdos del porvenir

Idioma original: español
Año de publicación: 1963
Valoración: Muy recomendable

Elena Garro está considerada como una de las escritoras mexicanas más importantes del siglo XX; hay quien dice que es la segunda mejor escritora mexicana después de Sor Juana Inés. Sin embargo, su figura ha quedado a la sombra del que fue su marido durante veinte años, Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura en 1990. No se trata, claro, de venir ahora a quitar valor a la obra de Octavio Paz (ni sería posible) pero sí de rescatar y recomendar una novela que está a la altura de todas las escritas sobre la revolución mexicana -excepción hecha de Pedro Páramo, que es mucho más que una novela sobre la revolución mexicana.

Los recuerdos del porvenir se sitúa efectivamente durante la "revolución de los cristeros", que se desarrolló entre 1926 y 1929 a consecuencia de una legislación que prohibía, o limitaba muy duramente, la libertad de culto, al menos en público. La acción transcurre en Ixtepec, un pueblo del sur de México, ocupado por un grupo de militrares que ejercen un poder absoluto, abusivo y arbitrario sobre el conjunto de la población. Uno de ellos, el general Rosas, será el motor de la trama al enamorarse perdidamente (en la primera parte de la novela) de la bella y esquiva Julia, y al enamorar contra su voluntad (en la segunda) a la sensible e inteligente Isabel.

La novela comienza con un artificio técnico (algo artificial, hay que decirlo) que sin embargo es significativo: la historia es narrada por el propio pueblo de Ixtepec; no por el pueblo como conjunto de personas, sino por el pueblo como espacio, como comunidad histórica, como entidad colectiva. Se establece así una distancia entre el "nosotros" (los de Ixtepec) y los de fuera (los militares, incapaces de asimilarse o comprender la esencia del pueblo). Esta oposición es en cierto modo una réplica a la historia oficial de la revolución mexicana, en la que los militares revolucionarios serían, precisamente, los representantes del pueblo.

Más allá de su vertiente histórica o política, Los recuerdos del porvenir es una novela con una importante carga mítica (así lo ha reconocido la crítica de forma casi unánime), y quizás no sea casual que Elena Garro fuera autora dramática antes que novelista, ya que la novela tiene, en cada una de sus dos partes, la estructura propia de una tragedia, con sus héroes -y heroínas- atrapados por un destino que se les impone. Así, la acción transcurre en un tiempo casi inmóvil (de hecho, el tiempo se detiene en varios momentos de la novela) y los personajes femeninos clásicos o míticos (la belleza de Elena de Troya, la resuelta independencia de Antígona, la traición de la Malinche) prestan a la novela su intensidad y su universalidad.

Se ha catalogado Los recuerdos del porvenir como un antecedente del realismo mágico (porque, aunque publicada en 1963, de hecho estaba escrita desde bastante antes, a comienzos de los años 50); algo hay de ello, pero no creo que la presencia de lo sobrenatural en el texto sea ni tan relevante ni tan clara como en las obras posteriores de Rulfo o García Márquez. De hecho, los capítulos que más firmemente se quedan grabados en la memoria no tienen nada de sobrenatural: me refiero, por ejemplo, a la noche de tensa calma en la que Felipe Hurtado espera estoicamente ser ajusticiado por Rosas; o la magistral escena de la fiesta, ya en la segunda parte, en la que sus invitados son condenados, nuevamente por Rosas, a beber, comer y bailar indefinidamente hasta caer desfallecidos o muertos.

Tengo la impresión, como lector, de que esta novela son en realidad dos novelas entrelazadas: de que la primera parte podría, con algunas modificaciones, subsistir por sí sola, y sería, quizás, una novela aún más redonda. La segunda parte añade paralelismos y oposiciones interesantes, pero pierde también algo de intensidad y se dispersa en algunas tramas secundarias menos interesantes. En cualquier caso, no es posible (no será posible ya para mí, al menos) hablar de novela de la revolución mexicana sin incluir, entre sus ejemplos más señeros, esta novela.

martes, 25 de febrero de 2014

Wu Ming: Manituana

Idioma original: italiano
Título original: Manituana
Traductor: María Ana Gómez
Año de publicación: 2009
Valoración: Muy recomendable

Antes que nada, creo necesario aclarar algo sobre la autoría de este libro: en mandarín “wu ming” significa “sin nombre” o “anónimo”. Luego, esta novela tendría un autor anónimo. Pero no a la manera de El Lazarillo, sino porque Wu Ming en realidad es un colectivo de cinco escritores italianos (entonces, ahora cuatro) que conforman la Wu Ming Foundation y en los 90 formaron parte de la sección boloñesa del llamado Luther Blissett Project, un proyecto transnacional de contestación política y creación artístico-literaria, de raíces más o menos situacionistas (por decir algo), que se dedicaba sobre todo a la agitación cultural y a la desinformación  (esto es, a sacarles los colores a los medios colándoles noticias falsas pero perfectamente pergeñadas). Vamos, algo así como Anonimous pero sin careta y con más imaginación. De hecho, firmaban  sus actuaciones como “Luther Blissett” en homenaje a un jugador jamaicano de fútbol que llego a militar en el Milan y era particularmente aborrecido por la hinchada rossonera.

Con esa firma, los cinco boloñeses publicaron en 1999 Q, una novela que se desarrollaba entre las revueltas anabaptistas y campesinas en la Alemania  del siglo XVI (sí, como Reconstrucción…ejem). Ya como Wu Ming, en 2004 metieron en una coctelera al Mariscal Tito, a Cary Grant, a Hitchcock, a unos partisanos comunistas, a Lucky Luciano y sus matones, a los Servicios Secretos británicos y a un televisor de marca McGuffin (es decir, otra vez a Hitchcock). Todo, de la cosecha de 1954. Agitado bien, no mezclado, y servido en vaso largo (más de 600 páginas). Un trago entretenido y trepidante a veces, una manera diferente de contar el género negro y la aventura, así como la Historia no tan lejana. El nombre del cóctel: 54, claro.


En Manituana, su siguiente novela (segunda o tercera, según se mire), Wu Ming nos proponen una narración sobre la guerra de Independencia norteamericana (o revolución… también según se mire), pero no desde el punto de vista rebelde ni británico, sino de otros actores en el conflicto: los indios americanos. En este caso, los mohawk de la Confederación iroquesa, que se mantuvieron fieles al rey Jorge y acabaron, por tanto, en el bando perdedor del conflicto. Se trata de una novela coral, aunque no abrumadora  (vamos, que no es Vida y destino), contada de forma vigorosa ya desde el primer capítulo, pero sin excluir momentos de una singular delicadeza, de observación sutil. Aunque también otros que caen en lo grotesco y hasta en el esperpento (más “burgessiano”, en este caso, que valleinclanesco). O el relato inclemente de la amarga crudeza de la guerra.

Por otra parte, el retrato psicológico de los personajes, que en su mayoría son históricos, huye a un tiempo de lo convencional, así como de la excesiva dispersión. Con la inteligencia añadida de bordear, pero sin llegar nunca a caer en él, el mito del “buen salvaje”: tanto indios como blancos (británicos y rebeldes) se mueven de igual manera por imperativos irracionales o culturales, como por intereses concretos, bien tangibles y trascendentes para su futuro. Y con el buen criterio, en mi opinión, de huir de una novela histórica equidistante o ecuánime: se nos presentan los hechos desde un bando y punto, con toda la coherencia posible para ese planteamiento, lo que le otorga mayor verosimilitud. Eso sí, sin ahorrarnos,en ningún momento, la descripción pormenorizada de los desmanes que nuestros protagonistas pueden llegar a cometer. Lo que hay es lo que hay, por espantoso que sea e independientemente de quiénes sean los responsables.

En suma: ignoro como habrá sido el proceso de escritura de esta historia, a cinco manos (¿o habría que decir a diez?), pero el resultado, en todo caso, es magistral. Una novela magnífica, en mi opinión, aunque, eso sí, leerla te deja en la boca el sabor incierto de la melancolía. Supongo que de eso se trataba.

lunes, 24 de febrero de 2014

Dezső Kosztolányi: Alondra

 Idioma original: húngaro
 Título original: Pacsirta
 Fecha de publicación. 1924
 Valoración: Muy recomendable

 No hace demasiado, publiqué por aquí la reseña de Anna la dulce, el primer libro de Kosztolányi que leía y que me gustó mucho. Animada por dicha experiencia, me animé a coger de la biblioteca Alondra, otra obra del autor, y el resultado ha sido casi igual: casi, porque aunque esta novela me ha parecido una maravilla, Anna la dulce me parece superior. Comparaciones aparte, vayamos a Alondra.

 El argumento nos sitúa en 1899, en una pequeña ciudad de provincias austrohúngara. Ahí es donde viven los Vajkay, una pareja de sesentones (en 1924, tener cumplidos los sesenta significaba haber entrado de sobra en la tercera edad) que se disponen a despedirse de su hija treintañera, una mujer muy poco agraciada que permanece soltera y que vive con ellos, cuidándoles y haciéndoles compañía. La llaman de forma cariñosa Alondra y aunque la mujer sólo va a estar fuera una semana, en la casa de campo de unos parientes, sus padres se toman esa partida con un dramatismo descomunal que enseguida deja claro al lector la dependencia que tienen con su hija. Pero en cuanto Alondra se va, las cosas para la madura pareja no son tan penosas como podía esperarse… Al contrario, aprovechan para hacer muchas cosas que llevaban años sin hacer, como ir al teatro, cenar fuera de casa, y en el caso del padre, disfrutar de reuniones regadas de abundante alcohol con otros hombres…

Sin embargo, mientras los Vajkay “disfrutan” de estos días, no pueden evitar pensar continuamente en su pobre hija ni ahuyentar del todo el dolor y el trauma que les supone que su única descendiente haya nacido tan fea y carente de encanto, lo que la condena a la soltería, una desgracia lapidaria para las mujeres de aquel tiempo. Como me pasó con Anna la dulce, me maravillan la sensibilidad y la habilidad de Kosztolani para ponerse en la piel de sus personajes, los Vajkay y la pobre Alondra, a la que sólo quieren sus padres, algo que ella sabe muy bien aunque nunca se queje de nada.

 El escritor muestra sin aspavientos ni reflexiones explícitas el dolor que puede causarle a una persona ser consciente de las limitaciones infranqueables que le han tocado en suerte y la pena de unos padres que aceptaron hace tiempo que su único vástago está condenado a una existencia gris y siempre vinculada a ellos. De la mano de este autor húngaro, la frustración, el dolor, la compasión, la tristeza, la mezquindad y la rabia que subyacen en las páginas de Alondra fluyen contenidas y simbolizadas más que mostradas a lo largo de menos de trescientas páginas que se leen con placer y pesar.

 Y bueno, una vez más, me resisto a dar demasiada información, pero tengo que decir que las últimas páginas de este libro me parecen magistrales: porque en ellas, Alondra, por primera vez, muestra al lector su verdadero espíritu, atormentado pero resignado, más lúcido de lo que podría imaginarse, y aún así, humilde y bondadoso.
También de Dezső Kosztolányi en ULAD: Anna la dulce

domingo, 23 de febrero de 2014

Contrarreseña: Intemperie de Jesús Carrasco

Idioma original: español
Año de publicación: 2013
Valoración: muy recomendable

Nuevo, servidor, en esto de la contrarreseña: primero, leer el libro, luego leer la reseña anterior, Después, la reflexión. Pero ha habido un antes, eso que ahora llaman precuela. Y reconozco que la práctica unanimidad crítica y ciertas opiniones personales en que confío casi a ciegas, han acabado de darme el empujón. Que apenas hacía falta ante el escaso reto físico de una historia de poco más de 200 páginas y de tintes minimalistas. A ver qué narices pasa con esta novela. A ver si esa pereza inherente a ciertos sectores (los atrincherados en cierto lugar entre el esnobismo y el escepticismo ante el jaleo excesivo) logro superarla.

Lo hice y, voy a soltarlo ya, y ha merecido mucho la pena.

Bueno, para mí la ha merecido. Sin discrepancia, sin intención de enzarzarme en polémica alguna, mi opinión sobre Intemperie se aproxima al entusiasmo, de hecho solamente una resolución buenista en exceso me parece chirriar en lo que es una historia parduzca y negruzca, una novela casi intachable pero que, en cualquier caso, se disfruta enormemente y justifica ese aluvión de loas, tan desmesuradas que parecían irracionales.
Por seguir el planteamiento clásico en turno de réplica, acepto que el uso de terminología relacionada con el mundo agrario y pastoril pueda desorientar, incluso desubicar a cierto perfil de lector, pero no creo que sea superfluo ni fruto de voluntad de epatar. Ello no impide en absoluto atribuírle esa condición tan comercializable de obra universal. Si, esas aldeas devastadas por la sequía podrían pertenecer a las geografías de muchos países, esa figura feudal del alguacil es extrapolable, ese niño protagonista absoluto al que cuestionamos en su inocencia, y esa condición casi policiaca de la historia, ese goteo de pistas que implican mucho explicando poco, esas piezas acaban constituyendo un todo que no pierde en momento alguno la brillantez. Eso ya estaba en lo que Pedro explicó. Pero la universalidad es algo no tan fácil de alcanzar, aceptemos que el minimalismo ayude (o sea, la vertiente de minimalismo consistente en despojar de detalles el texto hasta llegar al tuétano de una historia adaptable a muchos escenarios y épocas). Pero la cantidad de opciones que se abren, la capacidad evocadora del texto (rico, directo, descriptivo) y la soberbia estructura de la narración (con hitos concretos en cada encuentro, con una escenografía propia de un western distópico) la sitúan en un nivel que no puedo menos que considerar como muy notable.
Ignoro si esta y otras novelas van a lanzar ese género literario que ciertos medios se empeñan en etiquetar (novela rural). Me da igual y soy consciente de que las ondas expansivas son eso, ondas que pierden su fuerza a medida que se alejan del centro. Lo que no voy a negar (procuro no hacerlo) es mi opinión personal: he disfrutado y he devorado el libro y he puesto cara y he vestido (con andrajos, por supuesto) a esos personajes sin nombre. He recreado ciertas influencias clásicas (los relatos de huida) y contemporáneas (oscuras películas como Dogville o La cinta blanca) y, voy a bordear el sacrilegio, diría que entre un relato de corte muy parecido como es La carretera de Cormac MacCarthy y éste, prefiero la novela de Carrasco, que disfruta de un sentido mucho más musical del crescendo. Y no es que yo venga a desdecir lo que ya se dijo aquí. Y ya sé que las listas la han encumbrado y muchos (me incluyo el 99% de las veces) solemos tener una tendencia natural a arquear la ceja ante tamaños aluviones de pensamiento único. Pero es que Intemperie me ha gustado mucho, me ha parecido tan brillante que hace que tema por el siguiente paso de su autor, al que no envidio nada, cuando a los de Seix Barral les dé por llamarle para ver por dónde tira a continuación.

sábado, 22 de febrero de 2014

Neil Gaiman: El libro del cementerio

Ilustraciones: Dave McKean

Idioma original: inglés
Título original: The Graveyard Book
Fecha de publicación: 2008
Valoración: recomendable

Al comenzar este libro, lo único que sabemos del hombre Jack es que es un asesino. Más concretamente, que ha entrado en una casa en mitad de la noche y ha asesinado a toda la familia que vivía en ella. ¿Toda? En realidad, no. El miembro más joven de la familia, un bebé de apenas un año de edad, ha conseguido escabullirse y llegar a un cementerio cercano. Tras recibir el nombre de Nadie, el pequeño será adoptado y criado por los fantasmas que viven en el camposanto y por un par de seres humanos que tienen la capacidad de comunicarse con los muertos, mientras el hombre Jack continúa en su busca.

Si alguno de vosotros está familiarizado con la obra de Neil Gaiman, sabrá que, además de ser un excelente guionista de cómics, también es un reconocido autor de novelas. En este caso, estamos ante una de sus obras dedicadas al público juvenil, lo que no le resta un ápice de calidad, como se podría pensar (no olvidemos que libros como La historia interminable, por ejemplo, han sido también considerados "simples" libros juveniles). 

El libro del cementerio es una obra de ritmo rápido, muy entretenida y poblada por personajes que enseguida se ganarán nuestra simpatía (y todo lo contrario). Fantasmas, seres que se mueven entre dos mundos, humanos con capacidades "especiales"... Todo cabe en esta obra en la que el lector descubrirá que la presa aparentemente más desvalida resulta ser el mayor desafío al que un experimentado asesino tiene que enfrentarse.

Por si eso fuera poco, el libro está ilustrado por Dave McKean (colaborador y amigo personal de Gaiman desde hace más de veinte años), que consigue dotar a la obra del ambiente siniestro pero amable que desprende la narración. Perfecto para aquellos a los que les guste la obra anterior del autor, así como para todos los que disfrutan de una novela juvenil de calidad.

También de Neil Gaiman en ULAD: Objetos frágilesEl cementerio sin lápidasEl océano al final de la carretera, Coraline

viernes, 21 de febrero de 2014

Lolita Bosch: El niño que quería matar

Idioma original: español
Año de publicación: 2014
Valoración: está bien/ recomendable


Otro premio para la escritora catalana Lolita Bosch. Esta vez, el XXXII premio  Guillem Cifre de Colonya, Mallorca, 2013 para su novela  El niño que quería matar, editada por La Galera.

La voz poética que se desplegaba ya en La persona que fuimos (Mondadori, 2006) o que caracterizaba el ensayo o la autobiografía fragmentada Ahora, escribo (Periférica, 2011), una de las mejores obras de Lolita Bosch, vuelve ahora en esta novela juvenil de la mano de Max, un chaval de catorce años que narra en primera persona el miedo que experimenta cada vez que su cabeza se va sola y ya es demasiado tarde como para detenerla. Es entonces cuando se le ocurren cosas muy extrañas y despierta el deseo que más lo preocupa; el deseo de matar. 

Una voz narrativa que retoma una técnica típica en Bosch y que consiste en avanzar, ir dando pequeñas dosis de información, mediante la reescritura de un mismo pensamiento o suceso. Se crea así una atmósfera un tanto cerrada en la que se vuelve una y otra vez sobre lo mismo; el deseo de matar animales, la incapacidad de relacionarse con el resto, el sentirse observado por el resto, el silencio, la presión social ejercida por los comentarios y las miradas de los compañeros de instituto (no sabemos hasta qué punto reales, hasta qué punto inventadas por un protagonista adolescente que sufre un brote psicótico), la esperanza infundida por los progenitores y el cariño y la paciencia como único camino para salir, o intentar hacerlo al menos, del atolladero.  

Estamos ante un estilo pulido en el que el monólogo interior de Max resulta creíble en todo momento (entramos en el juego, imaginamos  con facilidad a un adolescente hablando así) e hipnotiza, de manera que somos conducidos a su infierno, a su desamparo cotidiano. Observamos así cómo va perdiendo muchos puntos de agarre (la rutina diaria, el instituto, la confianza en las personas que lo rodean...), cómo va perdiéndose él para reaparecer más tarde convertido en otro. Con escasos monólogos que se muestran sólo de vez en cuando para brindarnos el contrapunto de la voz adulta encarnada en la figura del padre, del médico, pero sobre todo de la madre. El mayor acierto de la novela es esa voz que nos recuerda un poco al adolescente perdido que fuimos o recuerda la extrañeza con la que mirábamos a algún compañero un tanto rarito (todos cómplices, todos apenas algo malvados en la casa sin tejado que es, para algunos, la adolescencia).

Para un lector que no conozca los mexicanismos, como es el caso, pueden resultar llamativos los casos de queísmo que se aprecian por ejemplo en las páginas 10 y 12, sin embargo, tras contrastarlo con la autora, observamos que se trata simplemente de un caso de desconocimiento total de la lengua mexicana por nuestra parte (¡hay que informarse mejor antes de hablar!).

Por último, teniendo en cuenta el gancho que suponen para un adolescente un título y una portada como la de esta novela  y un punto de arranque redondo como "Me llamo Max, tengo catorce años y paso mucho más miedo que los otros niños. Porque a veces se me ocurren unas cosas muy extrañas que no sé qué son, no sé de dónde vienen ni sé para qué sirven. Si es que acaso sirven para algo. Y entonces tengo la sensación de que los demás se dan cuenta de que no soy como ellos y que por eso me tienen miedo. Tienen miedo de mí. Y eso es exactamente lo que me asusta tanto: que los demás tengan miedo de mí. Porque lo que a mí me gustaría es ser como ellos. Pensar en las mismas cosas que piensan los otros niños.", con un arranque redondo como ese, decía, es posible que un lector adulto se lleve una pequeña decepción al leer el desenlace. No se trata de destripar aquí toda la novela y de romper la magia de la lectura, por lo que no explicaré qué sucede al final. Sin embargo, mencionaré que echo en falta, por un lado, un mayor desarrollo de la historia, puesto que la idea me parece muy buena y he disfrutado de la lectura, y, por otro, teniendo en cuenta las posibilidades de maldad, inocencia, falta de moral, escrúpulos, etc. propias de la adolescencia en las que la escritura puede indagar, la novela me sabe a poco. Me quedo con ganas de seguir leyendo. Eso sí, esta valoración la realizo desde la perspectiva de una lectora adulta, es evidente que, para un público adolescente, que fue realmente para el que El niño que quería matar fue ideada, se trata de una lectura recomendable.




jueves, 20 de febrero de 2014

Colaboración: Los hemisferios de Mario Cuenca Sandoval

Idioma original: Castellano
Año de publicación: 2014
Valoración: Recomendable

Admito cierta debilidad por Mario Cuenca Sandoval y espero que Los hemisferios suponga el salto definitivo del autor a la primera plana de la narrativa española. De momento, la editorial Seix Barral, en la que se publica Los hemisferios, augura una difusión distinta a la que obtuvieron Boxeo sobre hielo (2007, Berenice) o El ladrón de morfina (2010, Fahrenheit 451).

Los hemisferios es, como su título sugiere, una obra dividida en dos partes, dos novelas que mediante un juego de reflejos construyen lo que una de las narradoras denomina "el gran montaje". En "La novela de Gabriel", la obsesión por encontrar a la primera mujer (una figura mitificada) lleva a Gabriel a cuidar de la novia de su amigo, el cineasta Hubert Mairet-Levi, y a embarcarse en su proyecto sobre un torero mitad místico, mitad asceta. "La novela de Marie-Levi" se centra en Marie, en road movie por la isla de Mística junto a Marianne, otra réplica de la primera mujer, mientras sigue el dictado de una oscura voz de ultratumba: "El Habla".

A primera vista, los reflejos entre "La novela de Gabriel" y "La novela de Marie-Levi" van más allá de la coincidencia de nombres de los personajes principales. Se trata de un juego de espejos temáticos que hace que cada idea tenga un doble en la otra novela: el deseo por encontrar a la primera mujer, el sacrificio y la resurrección de la carne, la violencia urbana en apariencia irracional, la obsesión con el cuerpo como elemento político-artístico y el erotismo en conjunción con la violencia y la (auto)mutilación. Hay un grado ulterior de ese reflejo temático. Y es que Los hemisferios puede ser leída como reproducción de la temática presente en la obra de Cuenca Sandoval, en concreto en lo que respecta a la violencia del proletariado en la banlieue, en representación de la eterna y falsa oposición entre civilización y barbarie (una prolongación de la anti-guía de las ciudades de Europa de Boxeo sobre hielo) que Cuenca Sandoval resuelve con la máxima: "la civilización es muerte".

En su debe, la segunda novela pierde consistencia y resulta demasiado larga para lo que hay de materia literaria, mientras que la primera se mantiene sólida durante su transcurso. Llegados a este punto, conviene destacar la capacidad narrativa del autor que sin duda equilibra la balanza respecto a la mencionada debilidad estructural. Su estilo es capaz de llevar al lector hacia lugares oscuros, abismos narrativos y no tan narrativos. Pero es su capacidad de teorizar la que conduce el relato por la senda de la reflexión en torno a la sexualidad y al estado de la cultura o la estética y revela su querencia tan foucaultiana de descubrir la represión de las instituciones del Estado (y de la civilización). Los referentes filosóficos forman parte de las constantes en el estilo del autor, tanto a la hora de narrar como de revertir la idea del Übermensch y convertirla en "la nueva mujer".

También de Cuenca Sandoval en ULAD: Boxeo sobre hielo

Firmado: Paulo Kortazar.

miércoles, 19 de febrero de 2014

James Finn Garner: Cuentos infantiles políticamente correctos


Idioma original: inglés
Título original: Politically correct bedtime stories
Año de publicación: 1995
Valoración: está bien

Puede que, a primera instancia, este libro nos parezca una mera broma o una especie de parodia. Puede que esa sea parcialmente la intención del autor. No obstante, bienvenidos los libros que nos hacen pensar y este brevísimo (apenas una horita de lectura cómoda y relajada, ayudada por el estar siempre situados en territorio que nos es familiar) y entretenido experimento disfruta de esa cada vez más extraña cualidad.
Nos hace pensar acerca de la hipocresía social aún arraigada en nuestro entorno. Nos hace pensar en las increíbles e intragables cursilerías con que castigamos a nuestros hijos. Ah. Y qué decir de esas dobles interpretaciones que subyacen, una tras otra, tras esos inocentes historias. Señores, que hasta Blancanieves y los siete enanitos ha tenido ya (y no antes de ayer) su versión en cine X. Así que lo que hace James Finn Garner tiene su gracia.
Tómese cuentos que tildan a las princesitas de seres inferiores sólo preocupados por su aspecto físico, o cuentos que menosprecian la capacidad física de seres de avanzada edad. Algunos, en sus versiones originales, tan intrínsecamente crueles y bárbaros. Despójense de todas esas cuestiones que ahora tanto nos obsesionan, y tan impropias encontramos, y trúfense de eufemismos de esos que entusiasman a la prensa ávida de encontrar nichos de mercado, de ésos que acaban resultando tan socorridos y veamos si todo ese contenido, adaptado a la realidad, no nos resulta grotesco. Lo es: tan grotesco en su intento de no ofender como triste que en sus tiempos se tomaran con toda normalidad y fuesen ejemplificadores. Ay, señores, los tiempos nos los han cambiado, sí, y en ciertos aspectos, mal que pese a los fans del apocalipsis, para mejorar. Aunque he de decir que, pasados algunos cuentos, la cosa empieza a cansar un poquito. Una vez ya hemos visto que el juego consiste casi en un buscar/reemplazar y que algunas imágenes nos han resultado acertadas (los lobos convertidos en especuladores inmobiliarios, las inocentes doncellas convertidas en iconos de la militancia igualitaria) entonces echamos de menos lo que represente algo más que tomar una idea del pasado y satirizarla. Para pasar el rato sin otra pretensión.

martes, 18 de febrero de 2014

Antonio Orejudo: Reconstrucción

Idioma original: español
Año de publicación: 2005
Valoración: imprescindible

En 1535, el joven Bernd Rothmann vuelve a Münster tras haber pasado cinco años estudiando teología en Colonia. Es el protegido del obispo y como tal, éste le acoge con el arrobo de un viejo enamorado, pero Bernd prefiere apartarse de su vera y termina por convertirse en el líder de la revuelta anabaptista que agitará la ciudad, hasta que ésta acabe por ser arrasada.
Años después, Joachim Pfister, un tipógrafo afincado en Lyon es obligado por la Inquisición a seguir la pista del autor de un libro escandalosamente herético, La restitución del cristianismo, firmado por un tal MSV, un heterodoxo que parece renegar de toda doctrina y abjurar tanto de la Iglesia católica como de los protestantes, y al que éstos, a su vez, también aborrecen.
Y en esta búsqueda consiste la reconstrucción de la que habla el título: la reconstrucción de un pasado del que alguien ha renegado y también la de un personaje esquivo y huidizo, pero íntegro en su fragmentaridad y heterodoxia… el doloroso espejo en el que se contempla aquel que lo persigue. Del mismo modo, se trata de la reconstrucción de un tiempo pretérito, efervescente pero semienterrado, al que debemos tanto (y no sólo en España o Europa) como a las ideologías o poderes hegemónicos que han ido forjando nuestra identidad.
Entretanto, nosotros podemos disfrutar de una novela magnífica, sutil y heteróclita a un tiempo, que hace uso de los recursos de la narración histórica, de la “novela filosófica” y del humor, pero también de toques esporádicos del género fantástico… Una novela escrita con maestría pero sin alardes inútiles, sobria cuando debe serlo y esplendorosa si toca. Que deslumbra pero no apabulla. Y, sobre todo, nos recuerda quién es uno de los mejores escritores españoles de la actualidad; que ha pasado de ser la “esperanza blanca” de las letras hispanas, a un escritor del que ya sabemos cabe aguardar la excelencia (quizá no sea el que está más alto en el “escalafón”, pero tampoco le hace falta), como demostró con esta novela.
Don Antonio: me pongo el sombrero para poder quitármelo ante usted.

lunes, 17 de febrero de 2014

Wolfgang Herrndorf: A este lado del cinturón de Van Allen

Idioma original: alemán
Título original: Diesseits des Van-Allen-Gürtels
Fecha de publicación: 2009
Valoración: recomendable

Wolfgang Herrndorf (Hamburgo, 1965-Berlín, 2013) fue un escritor, pintor e ilustrador alemán. Debido a su temprana muerte, sus libros publicados no llegan a la decena, pero sin duda muestran que fue uno de los escritores alemanes jóvenes con más talento de su generación.

A este lado del cinturón de Van Allen es una compilación de seis relatos en los que conocemos desde un estudiante de arte cuyos amigos lo ponen en una situación comprometida hasta un joven que, después de descubrir que le han robado el coche, acude a una más que extraña casa en busca de ayuda, pasando por otras cuatro situaciones en las que Herrndorf demuestra que es un muy buen escritor y, además, hace gala de un gran sentido del humor.

Pero estos relatos destacan, sobre todo, por la capacidad del autor para crear situaciones que, aunque aparentemente son normales y corrientes, terminan por resultar de lo más desasosegantes. También resulta interesante lo bien (y aquí quiero decir exactamente "con absoluto realismo") que describe el ambiente que se crea en una fiesta o lo lógicas (que no por ello previsibles) que resultan ser las reacciones y los comportamientos de los protagonistas de sus historias.

Este libro resulta ser una excelente obra para empezar a conocer el trabajo de Herrndorf, pero también es perfecto para adentrarse en la literatura alemana actual. No os decepcionará.

domingo, 16 de febrero de 2014

Sidney D. Kirkpatrick: Un reparto de asesinos

 Idioma original: inglés
 Título original: A Cast of Killers
 Fecha de publicación: 1986
 Valoración: Decepcionante

 Me da pena, pero este libro me ha decepcionado. Mucho. Y eso que tenía todas las papeletas para gustarme: un crimen sin resolver, el Hollywood dorado, un director de cine metido a detective, reconstrucción ficticia a base de documentos y testimonios reales, etc… La novela, obra del estadounidense Sidney D. Kirkpatrick, está basada en una historia verídica, como suele pasar con los telefilmes de sobremesa. Pero en este caso, sus elementos son mucho más atractivos y glamurosos. Todo ocurrió en 1967. Entonces, el famoso y ya anciano director de cine King Vidor (artífice de Duelo al sol, El manantial, Salomón y la reina de Saba, entre otros filmes) se dedicó a investigar un turbio y morboso crimen acaecido en Hollywood más de cuarenta años atrás y que estaba sin resolver. La víctima era el apuesto William Desmond Taylor, un director y actor con cierta fama y vida plagada de secretos y claroscuros que causó un gran revuelo en su época y que contó con un lucido plantel de sospechosos: un mayordomo ladrón y mentiroso, una bella actriz juvenil y su controladora madre, e incluso familiares de la propia víctima.

 Vidor pensó que este crimen supuestamente perfecto merecía su propia película, pero sus investigaciones y pesquisas no acabaron siendo plasmadas en una obra del séptimo arte. Se limitó a recogerlas y guardarlas, y aunque en teoría resolvió el caso, nunca hizo pública dicha resolución porque implicaba a personas que seguían vivas. O eso pretenden que creamos…

Fuera como fuera, Kirkpatrick se hizo con este impagable tesoro de pruebas y apuntes varios del célebre director y reconstruyó su impresionante investigación a través de esta novela en la que deja claro que las peores ideas que se tienen de la Meca del cine son la pura realidad: drogas, obsesiones, pasados vergonzosos camuflados a base de sofisticación y mentiras, madres obsesionadas con la fama de sus hijos, frecuentes casos de homosexualidad entre las estrellas de cine camuflados por los grandes estudios, etc… Sin embargo, insisto: el libro me ha decepcionado. En mi opinión, el escritor contaba con un material precioso que no ha sabido aprovechar bien al esquematizar demasiado la acción, como si se tratara de la descripción cronológica de un verdadero guión cinematográfico. Falla el engranaje, por así decirlo.

Echo de menos más emociones en sus personajes, más entramado argumental (no explicar continuamente qué acción sucede a la anterior con tanta frialdad), más maldad y agudeza a la hora de entrar en materia y sacar los colores y las miserias a un mundillo dedicado a vender sueños al resto del mundo y ocultar feas verdades.

 En manos de alguien con un estilo más fluido, estoy segura de que me habría emocionado ver a Gloria Swanson como un personaje más de la trama (desde que la vi en El crepúsculo de los dioses pasó a engrosar mi peculiar imaginario de pesadilla), o conocer el amor frustrado que Vidor vivió con una de sus bellas musas.

Al final el asesino resulta ser el principal sospechoso, y uno se queda con la sensación de haber leído una y otra vez las mismas ideas.

sábado, 15 de febrero de 2014

Zoom:"El perseguidor" de Julio Cortázar

Idioma original: español
Año de publicación: 1959 (en el volumen Las armas secretas)
Valoración: Imprescindible

Se cumplen ahora 30 años de la muerte de Julio Cortázar, y se inaugura el "año Cortázar" en el que también se celebran los 100 años de su nacimiento. Eso, y que ayer estuve en una lectura dramatizada de "El perseguidor" con música de jazz, me han llevado a releer este relato. Y a lo mejor también el sentirme culpable por haber calificad Rayuela de "gran decepción", ahora que Cortázar se ha muerto hace treinta años. Sea por lo que sea, el caso es que he releído el que está considerado como uno de los mejores relatos de Cortázar, y del que el propio autor ha declarado que supuso el cierre de una etapa creativa y el inicio de otra. Un relato brutal, brillante, conmovedor que puede leerse íntegramente aquí.

(En realidad, el resto de la reseña es superflua: yo soy a Cortázar lo que Bruno a Johnny. Leed el relato, que es lo que de verdad vale la pena).

El protagonista de "El perseguidor" es Johnny Carter, un genial saxofonista de jazz que es el trasunto bastante evidente de Charlie Parker, a quien está dedicado el relato "In memoriam". En el momento en el que se inicia el relato, Johnny vive con su pareja, Dédée, en una habitación de hotel en París; acaba de perder otro saxo en el metro, no tiene apenas dinero, es adicto a la marihuana (!!!), no es capaz de conservar ningún trabajo... pero cuando toca, todo eso no importa: cuando toca es capaz de doblar el tiempo y de penetrar realidades no metafísicas pero sí invisibles para los demás. Johnny es el modelo acabado del genio autodestructivo, inspirado e inconsciente que no es capaz de comprender lo que hace cuando crea.

El protagonista de "El perseguidor" es Johnny Carter, sí, pero el relato se construye desde la visión de Bruno, crítico y amigo (¿amigo?) de Johnny, autor de una exitosa biografía del músico, al que admira con un sentimiento de inferioridad, pero al que también menosprecia de una forma paternalista. (Bruno, dividido entre la vida bohemia de Johnny, Dédée, la marquesa o Baby Lennox, y la arreglada vida de crítico casado y exitoso). Es desde esta tensión entre el creador voraz y el crítico analítico desde donde mejor se comprende el relato, y la relación entre los dos protagonistas, que tiene su culminación en la penúltima escena, en que Johnny acusa a Bruno de haberlo desfigurado en su libro, de no haber sido capaz de comprender nada.

(Una tensión parecida entre un instinto vital irracional y la necesidad de orden y control racional reaparecen también, en otro orden, en Rayuela, en la relación entre la Maga y Horacio: "Hay ríos metafísicos, ella los nada como esa golondrina está nadando en el aire, girando alucinada en torno al campanario, dejándose caer para levantarse mejor con el impuso. Yo describo y defino y deseo esos ríos, ella los nada. Yo los busco, los encuentro, los miro desde el puente, ella los nada. Y no lo sabe, igualita a la golondrina. No necesita saber como yo, puede vivir en el desorden sin que ninguna conciencia de orden la retenga.")

"El perseguidor" es, no hay duda, uno de los grandes relatos de Cortázar: una reflexión sobre el arte y la crítica, el genio, el tiempo, la verdad, la amistad, el conocimiento. (Re)leerlo es sin duda el mejor homenaje que se puede hacer a la figura de Cortázar.

También de Julio Cortázar: La vuelta al día en ochenta mundos, Un tal Lucas, Historia de cronopios y famas, Rayuela, "Apocalipsis en Solentiname", "Circe", Bestiario

viernes, 14 de febrero de 2014

Jose Dalisay: Pasando el rato en un país cálido

Idioma original: inglés
Año de publicación: 1992
Título original: Killing time in a warm place
Traducción: Marta Alcaraz
Valoración: muy recomendable

Jose Dalisay (nótese la pérdida del acento en Jose, como indicativo de la recesión de la grafía española en aras de la inglesa) es el primer escritor filipino que reseñamos en ULAD. Y eso que su obra original es en inglés y, por tanto, completamente susceptible de englobarse en esa apisonadora que es la cultura en ese idioma.
A los de esta parte del globo las Islas Filipinas nos suenan a la Preysler, a Imelda Marcos y los miles de pares de zapatos, a cierta marca de galletas, a ex-colonia del imperio, a los sucesos de la embajada cuando la invasión japonesa, pero la tradición literaria filipina nos es muy ajena.
Bien, la buena gente de Libros del Asteroide nos presenta esta, primera novela de su autor, y, para qué esperar más, magnífica muestra de prosa que equilibra lo narrativo con lo evocador. Pues esta novela de innegables tintes autobiográficos resulta ser un viaje por un país extraño en fase de desarrollo, y su protagonista, sin recurrir al tópico, resulta ser representante de un determinado perfil generacional deslumbrado por las promesas rara vez cumplidas del proceso revolucionario (sepan que me he mordido la lengua para no llamarle utopía o incluso delirio). Nuestro protagonista, que bien pronto se nos muestra como un profesional de éxito asiduo a los aeropuertos, arrastra un pasado cargado de compromisos entreverados con la añoranza. Y a diferencia de los protagonistas de Murakami (otro escritor oriental, pero más prolífico y más beneficiado por la promoción) no se consuela a base de ir de cama en cama. Así que esta novela tiene algo que la emparenta con cierta narrativa latinoamericana. Sudorosa e inestable. Tropical y algo precaria. Un territorio que puede parecernos aventurado pero no nos es del todo ajeno. Existe un aire colonial que aleja a esta novela del experimento de exotismo, que le otorga una pátina de clasicismo.
Noel Bulaong vuelve a su país para enterrar a su padre. Su vuelo de vuelta le sume en evocaciones de una juventud comprometida en lo político (compromiso cuyo progresivo desencanto justifica) de una militancia arriesgada, de un país sacudido por conflictos, por leyes marciales, por gobiernos marioneta y por poder que cambia de manos, con las consabidas purgas, represalias, cazas de brujas y depuraciones. Ese recuerdo se adereza de hechos de la infancia, de olores y sabores, de primeras experiencias, de camaradería y amistad, y todo ello Dalisay lo narra con maestría y elegancia, con una precisión que convirtió a ésta, la primera de sus dos únicas novelas, en un referente en su país. Lo cual me parece muy merecido.

jueves, 13 de febrero de 2014

Marco Malvaldi: El juego de las tres cartas

Idioma original: italiano
Título original: Il gioco delle tre carte
Traductor: Juan Carlos Gentile Vitale
Año de publicación: 2012
Valoración: Está bien

Yo había leído la primera novela de Marco Malvaldi (y primera de su “trilogía del Bar Lume"), La brisca de cinco, quizá con excesivas expectativas. No era para menos: había quien le calificaba como “el Camilleri de la Toscana” (aclaro desde ya que nada que ver). El libro no pasaba de ser una novela policíaca más bien flojilla, con un misterio mínimo. Eso sí, traslucía una bonhomía y una falta de pretensiones francamente simpáticas, así como un constante sentido del humor que, si no llegaba a desternillante, sí que buscaba en todo momento la sonrisa cómplice. Mi empatía consiguiente hacia el libro y su autor hizo que no me costara mucho darle una nueva oportunidad a Malvaldi.

Esta segunda entrega de la trilogía, El juego de las tres cartas, está de igual forma protagonizada por Massimo, un barman y licenciado en Matemáticas, dueño del Bar Lume, en un pueblo de la costa cercana a Pisa. Junto a él (o contra él), un consejo de ancianos chismosos, metomentodos y cascarrabias, entre ellos su propio abuelo, que han acampado en el bar y le instan a inmiscuirse en la investigación de los crímenes cometidos en la localidad: en este caso, la muerte de un científico japonés que asiste a un congreso de bioquímica (de hecho, Malvaldi es químico de formación y aprovecha para ajustar algunas cuentas con el sistema universitario italiano… de un preocupante parecido al español, por cierto). De comparsas, también encontramos a la bella Tiziana, camarera del bar, y al comisario Fusco, el inspector Lestrade o Japp de Massimo.

Bien, ya he dicho que Malvaldi no es Camilleri, ni por asomo. Pero es cierto que para esta segunda entrega parece que ya se había fogueado algo más en el oficio de escritor y la trama se desarrolla con más fluidez que en el primer libro, el pulso narrativo no decae y, aunque tampoco estemos hablando de un caso de Poirot o Maigret, el misterio tiene algo más de enjundia que en el caso anterior. Y, sobre todo, permanecen las grandes cualidades de las novelas de Malvaldi: un sentido del humor que consigue enseguida nuestra complicidad; una ironía certera, pero sin llegar a la excesiva acidez, y la sensación de que el autor se lo ha pasado bien escribiendo la historia, con la esperanza de hacérselo pasar igual de bien al lector. Ciertamente, consigue que pasemos un rato agradable, aunque tampoco se trate de un libro que deje un recuerdo imborrable o cuyas reflexiones vayan más allá de las que te puede comentar un amigo tomando una cerveza. Que quizás sea eso lo que pretendía su autor, sin más.

Ni más.

También de Marco Malvaldi en ULADEl caso del mayordomo asesinado

miércoles, 12 de febrero de 2014

Philip Hoare: El mar interior

Idioma original: inglés
Título original: The Sea Inside
Fecha de publicación: 2013
Valoración: muy recomendable


Philip Hoare era un escritor desconocido para el público español hasta que en 2012 se publicó Leviatán o la ballena, un excelente ensayo acerca del universo marino (y de las ballenas, en particular). Apenas un año después llegó a nuestras manos El mar interior, un libro difícil de clasificar (pues es una mezcla de ensayo científico, autobiografía y diario de viaje) y que, si bien no puede calificarse de continuación del anterior, sí es un más que acertado complemento para el mismo, aunque también puede leerse de forma independiente.

Aunque Hoare vuelve a acercar la vida marina al lector, en esta ocasión no se centra sólo en cetáceos y peces, sino que presta también atención a los animales que, aun dependiendo del mar para vivir, viven también en tierra, como las aves (destaca, sobre todo, un interesantísimo pasaje dedicado a los cuervos) o las focas y leones marinos. 

Mientras narra sus experiencias en Inglaterra, Sri Lanka, Las Azores y Nueva Zelanda, el autor nos habla también de especies animales que se creen extintas (aunque siempre, afirma, hay un lugar para una mínima duda –o lo que es lo mismo, para un rayo de esperanza– al respecto) y de las poblaciones indígenas que el hombre moderno se ha encargado de eliminar (o casi), generalmente por una letal combinación de intereses económicos y políticos, de una gran ignorancia y de una absoluta falta de respeto hacia sus congéneres.

Uniendo la ciencia y la historia con el mito, Philip Hoare nos ofrece una cara de la naturaleza que no siempre somos capaces de ver y consigue fascinarnos y alimentar la curiosidad que continuamente se encarga de despertar con una gran cantidad de anécdotas, historias, curiosidades y otros detalles a cada cual más interesante.

El mar interior es un canto a la naturaleza que nos exhorta a valorar y proteger el maravilloso entorno en el que vivimos (y del que dependemos) y es, también, un viaje al interior de sí mismo, a conocer al animal que (nos guste o no) todos llevamos dentro.


También de Philip Hoare: Leviatán, o la ballena.

martes, 11 de febrero de 2014

António Lobo Antunes: Las naves

Idioma original: portugués
Título original: As naus
Año de publicación: 1988
Valoración: Muy recomendable para quien tenga algún conocimiento de la historia de Portugal; para los demás, recomendable.

Lobo Antunes está considerado de una manera casi unánime (tan unánime que no suele ni decirse) como el mejor novelista portugués vivo. Ha escrito una treintena de novelas y varios libros de crónicas que lo sitúan como uno de los escritores más prestigiosos, aunque no como uno de los más populares, del continente. Sus novelas son generalmente densas, difíciles, irónicas, críticas, oscuras. De todo ello es un buen ejemplo Las naves (aunque mi favorita sigue siendo Esplendor de Portugal).

Es díficil resumir el argumento de Las naves. Sería algo así: en torno a la época de la Revolución de los Claveles y la descolonización portuguesa, por una Lisboa (o Lixboa) cutre y patibularia, poblada de prostíbulos, discotecas baratas y pensiones malolientes, se pasean las grandes figuras de la historia de Portugal, como Luis de Camões, Vasco da Gama, el rey don Manuel (y muchos otros menos conocidos para el lector español medio), convertidos en inmigrantes, o mejor dicho, "retornados", y obligados a buscarse la vida en una ciudad y un país que ni los reconoce ni los respeta.

Con la anulación de la temporalidad, o dicho de otra forma, al comprimir la historia de Portugal en un único momento y despojarla de todo su brillo y su retórica, Lobo Antunes construye un discurso alternativo a la versión oficial, en cierto modo realizando la misma labor de zapa que Juan Goytisolo con la historia española en una época algo anterior. (Recordemos que esta novela fue escrita en 1988; el tema de la descolonización y los retornados solo ahora está empezando a ocupar un espacio relevante en la producción cultural portuguesa).

Quizás esta novela resulte algo lejana para los lectores españoles que, como no han mamado la gloriosa historia de los Descubrimientos y el Imperio portugués, quizás aprecien peor el esfuerzo iconoclasta de Lobo Antunes (nombres como Diogo Cão o Pedro Álvares Cabral no dicen mucho a quien no sea portugués). Aun así, es admirable el trabajo técnico y estilístico de la obra, como admirable también es la precisión y el ritmo de la traducción de Mario Merlino, todo hay que decirlo.

También de António Lobo Antunes en ULAD: Aquí

lunes, 10 de febrero de 2014

Bruce Chatwin: Utz

Idioma original: inglés
Título original: Utz
Traductor: Eduardo Goligorsky
Año de publicación: 1989
Valoración: Muy recomendable.

Para muchos, Bruce Chatwin fue un autor de libros de viajes, especialmente de uno, En la Patagonia, que sirvió para revitalizar el género, allá por los 70, y cuya fórmula, entre la minuciosa descripción objetiva y la observación subjetiva (e incluso íntima), ha sido imitada en infinidad de ocasiones. Bruce Chatwin se ha convertido, además, en la imagen icónica del viajero por antonomasia, del mochilero que ha estado en todas partes (literalmente) y ha dormido lo mismo en chozas o tiendas beduinas que en mansiones de la jet-set internacional.
Para otros, al menos en el mundo anglófono, Chatwin fue una figura literaria desaparecida demasiado pronto y, más aún, una figura social, que se codeaba con todo tipo de personalidades de la cultura, ya fuera la literatura, el arte o el periodismo…
Pero, sobre todo, y para lo que aquí nos ocupa, Bruce Chatwin fue un escritor deslumbrante, que es probable sólo llegará a mostrarnos un apunte de lo que podría haber dado de sí su talento antes de su temprana desaparición. Y, curiosamente, en mi opinión dio su mejor medida no sólo en sus libros y artículos sobre viajes, sino, ante todo, en dos de sus novelas, Colina negra y Utz. He escrito “curiosamente” porque para tratarse de un escritor que ha pasado a la posteridad como un viajero incansable, incluso excesivo en su inquietud (y que teorizaba él mismo sobre el nomadismo), estas dos novelas tratan sobre personajes que no se mueven en su vida, o muy pocas veces, de su lugar de residencia: la novela de la que habla esta reseña está protagonizada por Kaspar Utz, un barón checo de vago origen judío que en la Praga comunista se dedica a coleccionar figurillas y otros objetos de porcelana de Meissen. Con las que atiborra su exiguo apartamento mientras trata de torear a las autoridades del momento, que ven ese coleccionismo como una peligrosa desviación burguesa.
Con estos mimbres y con un narrador anónimo que acude a Praga interesado, en principio, en las legendarias colecciones del emperador Rodolfo, el autor traza una radiografía sobre la pulsión coleccionista (algo que interesaba sobremanera al propio Chatwin, que había trabajado en Sotheby's y padecido toda su vida el desgarro entre el ansia de despojamiento total, al que decía aspirar, y la irreprimible querencia esteta por los objetos de una belleza singular). Además, encontramos aquí el retrato de un personaje cuando menos ambiguo y esquivo, en todos los sentidos; una vindicación del individuo frente al totalitarismo cutre; una reflexión sobre la pervivencia de la cultura de la “Vieja Europa”, en medio del oprobio comunista (eso, entonces; hoy habría que preguntarse sobre su pervivencia en medio del oprobio turbocapitalista); una exploración de las raíces de esa vieja cultura, en ocasiones híbrida o, al menos, injertada de elementos sorprendentes. La idea del coleccionismo (y del arte en sí mismo) como un acto de idolatría y, por tanto, una blasfemia a la Divinidad. E incluso podemos encontrar en el libro una historia de amor, cuando menos singular.
Todo ello escrito en menos de 150 páginas, con una prosa de alta precisión y mientras el autor de la novela, gravemente enfermo, se estaba muriendo (y él lo sabía, claro); todo escrito, además, a partir de un par de semanas de estancia en Praga, repartidas a lo largo de 20 años... Puede que fuera una impostura, como algún crítico señaló cuando se publicó, pero es una impostura magnífica. A ver quien da más.


Otros libros de Bruce Chatwin en Un Libro Al Día: Colina NegraLos trazos de la canción


domingo, 9 de febrero de 2014

Colaboración: Aire de Dylan de Enrique Vila-Matas

Idioma original: Castellano.
Año de publicación: 2012
Valoración: recomendable.

El título no debe atraer a los Dylanófilos ni espantar a los que estamos hartos de tanto culto al compositor. En realidad alude a la descripción del personaje principal de la novela, Vilnius, que se parece a Dylan físicamente y además cultiva cierto aire de dejadez que recuerda al primer Dylan. En cuanto a la palabra "aire" en el título, bien podría leerse como el oficio de su protagonista: vivir del aire.

Es sin duda una novela más fácil que El mal de Montano (2002), que como ya se dijo en este blog es pura metaliteratura. Pero los vicios de Vila-Matas también afloran aquí. Entre ellas la ya mencionada metaliteratura y el empeño quijotesco en misiones no menos quijotescas que guardan relación con la literatura. Empieza la novela en una escena muy típica de Vila-Matas: el congreso literario. Allí, Vilnius, hijo del reputado escritor Lancastre, hace un relato de los días tras la muerte de su padre, en el que habla del fracaso como tema y como fin: Vilnius pretende dejar la sala de su conferencia vacía. En su vuelta a Barcelona, Vilnius comienza otra misión quijotesca: saber de dónde proviene la frase "Cuando oscurece, siempre necesitamos a alguien" de la película Tres Camaradas (Frank Borzage, 1938), cuyo guión original escribió Scott Fitzgerald. Y he aquí otra constante del escritor catalán: la intertextualidad, la concepción del discurso literario en conjunción con un universo literario que lo abarca y lo nutre.

Entre tanto, Vilnius irá recibiendo la visita del fantasma de su padre que se apropia de su conciencia. Destacable la escena en la que Vilnius vuelve solo y de noche a casa y una voz a su espalda lo invoca llamándolo "Hamlet". En esa relación basada en el leitmotiv de Shakespeare se establece el juego metaliterario entre el narrador omnisciente en tercera persona y el pensamiento de Vilnius, a veces invadido por la voz de Lancastre.

Hacia la mitad, la novela deriva en una versión cómica de la novela negra que pese a que mantiene la narración en marcha no es que aporte gran cosa. Lo que es remarcable es el diálogo que Enrique Vila-Matas establece a lo largo de la narración entre la postmodernidad y la tardo-modernidad. Está por un lado la generación más joven, la postmodernidad representada en la dejadez, el no hacer nada o la aversión de Vilnius a la ética del trabajo burguesa, fiándolo todo a la levedad, la inspiración y la fe en el genio propio pese a no trabajarlo. Por otro, el escaso pero trabajado talento de Lancastre, el ensalzar la ética burguesa de trabajo, la preocupación por llevar la literatura hacia sus límites de vanguardia sin por ello renunciar a un contenido sólido; elementos que se atribuyen a la modernidad-tardía o a la postmodernidad que no cae en el discurso gaseoso, el paso siguiente a lo líquido. El final de la novela puede servir como síntesis en la dialéctica que las dos posturas presentan, pero personalmente adivino cierto acercamiento cariñoso de Vila-Matas, no sin una dosis proporcionada de condescendencia, hacia esa postmodernidad líquida.

No es la obra cumbre del escritor catalán. Pero ofrece la oportunidad de leer a uno de los mejores escritores en España hoy en día, amén de procurar una reflexión sobre la deriva hacia la levedad del mundo artístico.



Firmado: Paulo Kortazar

Mucho Vila-Matas ya en UnLibroAlDía: aquí

sábado, 8 de febrero de 2014

Gonçalo M. Tavares: El señor Brecht

Idioma original: portugués
Año de publicación: 2004
Título original: O Senhor Brecht
Traducción: Rita Da Costa
Valoración: está bien

Empiezo aclarando que leo este libro como entremés de otra lectura de Tavares. La mera curiosidad me lleva a este librito  que no llega a las 70 páginas las cuales, encima, se trata en algunos casos de un par de frases que no van más allá del mero apunte ya no de trama (este no es un libro con personajes) sino de pura idea a desarrollar. Y no es que la lectura me decepcione hasta el punto de descartar acometer una novela de más de 400 páginas. Pero sí me deja muy descolocado. 
Un texto que se despacha en apenas media horita al que el autor (y, por supuesto, la editorial) ya otorga la consideración de libro, el precio de libro, la entidad de libro. Un poco osado para la escasa enjundia. Ideas centrales (pues parece que todo va un poco en relación con la figura de Bertoldt Brecht, que debo admitir que no conozco demasiado) serían un poco la relación del individuo con el poder, la desesperación, y alguna cosilla que se me habrá escapado (pero no voy a incidir en una segunda lectura), todo con un tono surrealista, algo proclive a lo cruel (curioso como hay cierta reincidencia en el trueque de miembros), en una dinámica de generar desconcierto en el lector parecida a la de la brillante pero extraña obra Ultraviolencia de Miguel Noguera. Pero, en cualquier caso, un bagaje que encuentro algo rácano dada la, dicen, buena fama del autor. Supongo que la cuestión de la publicación de un libro o no es un acuerdo entre dos partes, pero El señor Brecht acaba pareciéndome algo más cercano al experimento, a la antología ya no de artículos sino de retazos, no a un todo sino a una parte. Si el contenido estuviera encuadrado en un volumen, acompañado de textos con otros perfiles y estilos, seguro que mi sensación sería distinta. Pero no puedo evitarlo: aislado en su austeridad, este libro no llega en ningún momento a ser memorable.
Dudo, por la insistencia que leo en otros medios sobre el autor, que sea representativo y vamos a otorgarle, ya no solo por su escaso número de páginas, la generosa y condescendiente consideración de obra menor.

viernes, 7 de febrero de 2014

Stephen King: Joyland

Idioma original: inglés
Título original: Joyland
Fecha de publicación: 2013
Valoración: recomendable, si no esperas una historia de terror


No sé exactamente a qué se debe, pero en los últimos dos meses hemos reseñado casi más libros de Stephen King que en toda la historia de ULAD hasta el momento. Pero ahora no voy a ponerme a hablar sobre ello (básicamente, porque tres de esas últimas reseñas son mías y no me apetece nada hacer una autorreflexión), sino sobre la última novela del autor estadounidense que ha llegado a mis manos: Joyland.

Joyland es un parque de atracciones o una feria o como lo queráis llamar (sí, una de ésas que siempre aparecen en las películas yanquis, con barracas y tirapichón y algodón de azúcar y manzanas de caramelo) en la que empieza a trabajar el protagonista de esta historia, Devin Jones, porque necesita ocupar las vacaciones de verano después de que su novia lo haya dejado (más bien, después de que ella haya pasado de él olímpicamente y lo haya echado de su vida así como quien oye llover).

Allí, Devin conocerá los secretos del negocio, hará amistades y escuchará la historia que todos cuentan sobre ese lugar: una joven fue asesinada en el tunel del terror y de vez en cuando se les aparece a los que entran en él... Y aquí es cuando todos pensamos que esto va a ser una novela de terror (en fin, la ha escrito Stephen King y la historia se desarrolla en un lugar en el que hay feriantes de oscuro pasado, una chica muerta, un fantasma, muchos niños...)... y resulta que no.

Sabremos qué pasa con la chica, con su fantasma, con un niño del que Devin se encariña, con una niña a la que salva la vida, con las amistades que establece... pero nada de terror. La historia es interesante, está bien construida y bien narrada y, como siempre, King realiza un estupendo trabajo con los personajes, pero uno ve que se acerca el final, que ahí no se pasa miedo (ni hay intención de que eso ocurra, ojo, no estamos para nada hablando de un intento fallido) y claro, se queda con la sensación de que falta algo. 

Quizá el problema es mío, porque esperaba algo que no iba a encontrar, quién sabe. Como digo, el libro me ha gustado y es muy entretenido (y, como novela de iniciación, es muy buena), pero de terror... pues no.

Todas las reseñas sobre Stephen King en ULAD: Aquí

jueves, 6 de febrero de 2014

Patricia Highsmith: El grito de la lechuza

Idioma original: inglés
Título original: The cry of the owl
Año de publicación: 1962
Traducción: Joaquín Llinás
Valoración: Recomendable

            Un hombre solitario conoce a una chica por la que experimenta una singular atracción. La chica ya tiene una relación con otro joven, pero como, sin embargo, no está segura de sus sentimientos hacia él, se acaba conformando entre ellos un peculiar triángulo amoroso. Con este manido argumento, se pueden escribir (y de hecho, se escriben) infinidad de novelas románticas. Si las ambientas en la campiña inglesa de comienzos del XIX y cuidas un poco la prosa, te sale una de Jane Austen. Si la llenas de highlanders cachotas y erotismo softcore, una de Monica McCarty, la reina de este subgénero. Y si los protagonistas son adolescentes cursis, que colocan candados en los puentes para inmortalizar su amor, marchando una de Federico Moccia… No, espera, que los personajes de El grito de la lechuza tienen tendencias depresivas e impulsos suicidas… No problem: entonces tienes una novela de Murakami. Que la chica se llame Naoko, Kokoro o algo parecido y solucionado.
            Ay, amigos, pero no olvidemos que ésta es una novela de Patricia Highsmith, con lo que la cosa siempre es más complicada o, mejor dicho, más retorcida. Para empezar, el protagonista conoce a la chica porque ésta es el objeto de su voyeurismo: es un “mirón”, aunque no estrictamente del tipo sexual (esto no es un spoiler, que conste; el dato ya sale en la solapa del libro… y en el primer capítulo). El triángulo amoroso degenera en un cuadrilátero (deforme, eso sí) y hasta en un pentágono. Y entre el elenco de personajes nos encontramos un despliegue de trastornos psicológicos: desde la obsesión enfermiza y la depresión nerviosa a la sociopatía y el sadismo compulsivo… Para acabar todos envueltos en una espiral claustrofóbica que no afloja hasta el final de la historia. Una historia poco apta para espíritus impresionables, me temo.
            Sin olvidar, además, que todo ello tiene como trasfondo el que creo es el gran tema de los libros de Highsmith: el recelo hacia los demás. O si lo prefieren, el imposible equilibrio entre confianza y desconfianza que debería regir las relaciones entre las personas, pero que, de manera inevitable, siempre acaba decantándose hacia esta última actitud (de hecho, en sus novelas quien se confía suele acabar malparado). Ciertamente, no era muy optimista con respecto a su prójimo, la Highsmith... ¿Sería por eso tan buena escritora? Al menos, de novelas así de inquietantes...

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